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martes, 6 de mayo de 2025

"La Grandeza del Alma Madura"



Por Cesáreo Silvestre Peguero 


La madurez personal no es otra cosa que la conquista interior donde mente y corazón aprenden a caminar en armonía. Es el desarrollo emocional y mental que nos permite tomar decisiones responsables, gestionar con sabiduría nuestras emociones y relacionarnos con los demás de manera edificante. Ser maduro implica abrazar la empatía, la resiliencia y la noble capacidad de aprender de cada error como quien pule una joya hasta hacerla brillar.

Debemos superar los resentimientos, pues solo allí se manifiesta la verdadera estatura de nuestro crecimiento emocional. Si, ante cada sospecha de haber sido heridos, cerramos las puertas del corazón, permaneceremos siempre pequeños y miserables en el alma. La madurez se mide en la anchura del perdón y la amplitud del abrazo sincero.

Quien les escribe, Cesáreo Silvestre, ha recibido toda clase de ofensas en distintos momentos de la vida; sin embargo, jamás he permitido que eso me aleje de mi esencia: la amistad generosa y el afecto limpio. Siempre he sostenido que lo objetivo es impersonal: se debaten ideas, nunca se destruyen personas.

Crecer es dejar atrás la hojarasca de la ofensa y sembrar raíces firmes en la tierra fértil del amor genuino.

Romano capítulo 12, versos 17 al 18:

"No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres."

La cultura exógena que arrebata la identidad

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Como nación, no escapamos al influjo de la transculturización. Cuando esta es noble y edificante, enriquece nuestro acervo, nos conecta con el desarrollo y con las tendencias sanas del mundo moderno. Pero, ¡ay de nosotros si tal influencia desciende a corrompernos! No está mal dejarnos guiar por normativas de decencia y respeto que rigen a las grandes naciones. Nosotros, como país en vías de desarrollo, necesitamos contemplarnos a través del cristal de la modernidad y la dignidad. Sin embargo, abrir las puertas a patrones conductuales aberrantes es algo que debemos rechazar con determinación.

La sociedad actual, y en especial los países de Latinoamérica, ha sido penetrada por costumbres foráneas que promueven música depravada, exaltan la degeneración sexual, incitan a la violencia y fomentan el consumo vulgar de estupefacientes. Es urgente detener esta marea de descomposición social que invade sin tregua la República Dominicana.

A este cuadro sombrío se suma la falta de institucionalidad, exhibida de manera grosera y descarada ante la indiferencia de una oposición política que, en lugar de ser vigía y guardiana de la democracia, permanece muda.

Observe usted, por ejemplo:

En la República Dominicana, el Día del Trabajo (1.º de mayo) está consagrado por la Ley 139-97, la cual establece claramente que esta fecha no debe ser movida. El Ministerio de Trabajo ha reiterado una y otra vez que ese día se celebra y no se labora. Solo si el 1.º de mayo cae en domingo, el feriado se traslada al lunes siguiente.

Esta ley fue concebida para preservar el sentido y la memoria histórica de la lucha obrera, para honrar el sudor y el sacrificio de quienes construyen la nación. Sin embargo, en un acto que desborda el límite de la legalidad, el Día Internacional del Trabajador ha sido trasladado por decreto del jueves 1.º de mayo al lunes 5 del mismo mes, violando así la esencia y la letra de la Ley 139-97.

¿Puede acaso un decreto colocarse por encima de una ley? ¿Nos hemos doblegado tanto ante el poder económico que el propio Estado desacata su marco jurídico para complacer a los grandes empresarios?

Estas son las grietas que van minando los cimientos de nuestra identidad y dignidad como nación. Ya es hora de despertar, de alzar la voz con firmeza y convicción, de recordar que somos un pueblo llamado a vivir con decencia, justicia y respeto por las normas que nos rigen.

Deseos Lejanos

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Ser optimista no debería ser sólo una opción, sino un compromiso ético. Sin embargo, la realidad, implacable y tozuda, nos enfrenta a veces con metas que parecen espejismos, siempre visibles, pero eternamente fuera de alcance. Uno de esos anhelos que guardo, aunque sé inalcanzable, es el de dirigir algún día el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, gremio al que pertenezco y que, a todas luces, necesita un nuevo horizonte.

Renuncio, sin embargo, a tal pretensión. La razón es sencilla y dolorosa: la politización ha contaminado hasta las raíces mismas de nuestros gremios. Una y otra vez, los partidos políticos, voraces e insaciables, se disputan el control de las asociaciones, manejándolas como peones en su ajedrez de intereses. La pureza gremial se ha visto empañada por agendas externas que no responden a las verdaderas necesidades de la clase trabajadora.

Hoy más que nunca urge que los hombres y mujeres de la comunicación estrechemos filas con unidad de criterio, dejando a un lado intereses mezquinos y divisiones inútiles. Sólo así podremos blindar nuestros gremios contra la manipulación política y devolverles la esencia para la cual fueron concebidos: servir con integridad, defender nuestros derechos y elevar la dignidad de nuestra profesión.

Clamo, con humildad pero con firmeza, por una nueva era de compromiso auténtico y transparencia. Que la dignidad sea nuestro estandarte y la verdad nuestra bandera. La unión es la única muralla capaz de resistir las tormentas de intereses que pretenden arrebatarnos lo que con tanto sacrificio hemos construido.

Los deseos son lejanos, sí, pero la esperanza no ha muerto. Y mientras haya palabra, habrá también lucha.

“Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (segunda a Timoteo capítulo uno, verso 7).

"Legado de Luz: La Dignidad Hecha Hombre y la Pluma que Eterna la Historia"

El exsíndico, periodista y escritor Licenciado Sergio Cedeño exaltó con hondura la incansable labor periodística y documentalista del también escritor y periodista Cesáreo Silvestre, distinguiéndolo como uno de los más insignes artesanos del género biográfico en la región.

“Cesáreo ha abrazado con maestría y sensibilidad un género que exige rigor y alma, entretejiendo narrativa, investigación y análisis con hilos de pasión y verdad para dar aliento y voz a figuras emblemáticas de nuestra historia social”, pronunció el orador con solemnidad, trazando paralelos con los grandes del oficio, como Oriana Fallaci y Ryszard Kapuściński, quienes, desde otros confines, honran la misma vocación.

En torno al homenajeado Víctor Avelino, las palabras resonaron cual campanas de dignidad y reconocimiento: “Víctor encarna la antítesis de esta era líquida y transitoria; es un hombre íntegro, forjado a golpe de esfuerzo y sostenido por la columna firme de la dignidad, cuya humildad profunda y entrega silenciosa lo convierten en un faro imperecedero de los valores que no caducan.”

El discurso, vibrante y comprometido, recordó que Avelino jamás edificó sus logros sobre las ruinas ajenas, ni se arrodilló en los altares fluctuantes de la conveniencia; en cambio, se erigió como guardián incorruptible de la moralidad y la ética en el ejercicio público. “Mientras existan hombres como Víctor Avelino, la llama de la rectitud seguirá danzando invicta, iluminando las noches más tenebrosas y recordándonos que la decencia nunca muere”, proclamó.

El homenaje no solo se alzó como tributo a la vida y obra de un hombre ejemplar, sino también como un grito de esperanza, un soplo de aire puro en medio de los vientos adversos de estos tiempos convulsos.

“Felicidades a Cesáreo por este nuevo eslabón dorado en la cadena de su obra documental, y congratulaciones a Víctor, depositario de esta pieza que honra y perpetúa su legado. Que la gracia de Dios los sostenga y bendiga siempre”, culminó la emotiva jornada, envuelta en aplausos sinceros y miradas emocionadas.