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viernes, 27 de junio de 2025

Un faro de sabiduría en Quisqueya


Por Cesáreo Silvestre Peguero 

En el corazón del municipio de Quisqueya florece un ser humano cuya esencia es patrimonio de los valores, la sensatez y la virtud. Un comunicador de viejo linaje y espíritu joven, que no necesita halagos para resplandecer, porque su presencia misma serena y luminosalo dice todo. Es de esos seres que no pasan inadvertidos, que no gritan para ser oídos, pero cuyas palabras tienen el peso de la verdad y el aroma de la cultura. Hombre de ideas claras, de verbo preciso y alma cultivada en los surcos del conocimiento.

Consagrado desde siempre a la lectura esa amiga silenciosa que enriquece y edifica, ha sabido cultivar una personalidad definida, con principios firmes como el cedro y con una autenticidad que no se negocia. No habla mentira, no presume, no simula. Es, sencillamente, como el agua limpia: transparente y necesaria. Su puntualidad con los compromisos es reflejo de su respeto por el otro, y su actitud solidaria, una muestra constante de su nobleza.

No es solo comunicador. Es maestro, es guía, es memoria viva. Su multifacética personalidad le permite navegar con destreza en los mares del pensamiento, la ética y la buena educación. En tiempos donde lo superficial pretende imponerse, él apuesta por la profundidad; en medio del ruido, él siembra el silencio reflexivo que construye. Y lo hace sin estridencias, con la humildad de los sabios que ya no tienen nada que probar, pero mucho que ofrecer.

Como amigo, es selecto y leal; como profesional, es íntegro y firme. Su voz no se alquila, ni su criterio se vende. Comunica con responsabilidad, escribe con convicción y enseña con el ejemplo. Es de esos comunicadores que no se pierden en la moda ni en las adulaciones, sino que permanecen como columnas silenciosas sosteniendo lo que muchos han dejado caer: la dignidad del oficio.

Sus escritos son piezas con vida propia. No hay en ellos retórica hueca ni lenguaje maquillado. Son reflexiones pensadas, críticas agudas, ideas hiladas con sabiduría. Exhibe carácter sin arrogancia y se adapta sin perder su esencia. Su pluma es como arado: va sembrando ideas, despertando conciencias, removiendo la tierra del pensamiento dormido.

Hablar de él es hablar de compromiso social. Escribir sobre él es rendir homenaje a quienes no han cedido ante la banalidad. Su historia debería enseñarse en las aulas, no solo por su trayectoria, sino por la manera en que ha sabido vivir. Porque este hombre mayor, con espíritu de joven, demuestra que se puede envejecer sin hacerse viejo, y que aún es posible ser luz en medio de tantas sombras.

Ojalá que la juventud mire hacia él no con admiración vacía, sino con el deseo de imitarle. Que descubran en su ejemplo una ruta para vivir con propósito. Porque, en un mundo sediento de referentes, Quisqueya tiene el suyo. Y su nombre, aunque aquí no lo digamos, ya resuena con respeto entre quienes saben reconocer la grandeza sin necesidad de aplausos.

Sergio Cedeño: el estratega que soñó con dignidad

Por Cesáreo Silvestre Peguero 

Lograr conquistas reales en la vida exige más que ambición: exige templanza, visión, disciplina…

Así ha caminado Sergio Antonio Cedeño De Jesús, hombre de verbo claro y manos limpias,

uno de los más laboriosos y visionarios síndicos que ha tenido San Pedro de Macorís.

Periodista, educador, escritor y politólogo, egresado de la UCE y formado en altos centros académicos de España, Venezuela, EE.UU. y América Latina.

Su vida no ha sido un salto, sino una escalera: peldaño a peldaño.

Catedrático, consultor internacional, charlista de organismos como

 Oriundo de Higüey, pero petromacorisano por entrega, desde muy joven asumió la educación, la cultura, la política y la comunicación como trincheras para servir.

 el IFE de México, el Tribunal Supremo del Perú y el Instituto Republicano de EE.UU.

Fue síndico en tiempos difíciles. Erradicó vertederos históricos, reconstruyó una ciudad devastada por el huracán Georges, unió barrios con puentes y gestionó espacios para el alma, como el panteón de los periodistas.

Como autor, ha sembrado ideas con tinta firme; y como legislador, impulsó leyes que defendieron el medioambiente, la libertad digital y el desarrollo regional.

Nunca se embriagó de poder, ni negó ayuda por banderías políticas.

Sergio es accesible, de mirada limpia y palabra ponderada.

Cree en la política sin odios, y en el desarrollo como causa común.

Quien lo conoce sabe que no ha llegado por accidente:

ha llegado por méritos, por servicio, y por convicción.

Que su legado nos inspire a construir, no a dividir.

A servir, no a brillar.

Porque el verdadero poder… es el que deja huella sin pisar a nadie.

Manuel Ureña: El Invicto de la Comunicación Social


Por Cesáreo Silvestre Peguero


En tiempos donde la verdad se alquila, donde muchos prefieren la comodidad del silencio, Manuel Ureña ha elegido el camino más difícil: la coherencia, la acción y el servicio.

No es boxeador, pero nunca ha perdido una batalla.

Sus victorias no están en el cuadrilátero, sino en el alma de los barrios, en los micrófonos honestos y en la gestión transparente.

Ha presidido con éxito la Asociación de Locutores de San Pedro de Macorís, la Unión de Juntas de Vecinos, lideró magistralmente el Sindicato de Trabajadores de la Prensa a nivel local (SPM). Es un escritor y gestor cultural con vocación de servicio.

Moca lo vio nacer, pero Macorís lo adoptó con gratitud. Aquí ha sembrado más que muchos nativos. Su liderazgo no nació en oficinas ni en cafés de intelectuales, sino entre las calles polvorientas, los reclamos justos y los micrófonos responsables.

Como presidente de la Asociación de Locutores logró lo nunca visto: más de 135 exámenes realizados en Macorís por la Comisión de Espectáculos Públicos, un récord en carnetización y una institucionalidad reformada.

En la Unión de Juntas de Vecinos, multiplicó por diez las entidades activas, la unificó. No dirige desde el escritorio: camina, escucha, gestiona. Su estilo directo ha incomodado a quienes prefieren

la prensa muda y los periodistas domesticados. Él prefiere el corazón a la diplomacia tibia. Por eso ha sido amenazado, empujado por policías, silenciado por intereses, pero nunca doblegado.

“El éxito es la constancia del trabajo”, repite con convicción. Cree en una comunicación que denuncia con pruebas y que ofrece soluciones viables. No ha llegado a la cima por suerte, sino por entrega, lucha y carácter. Este sábado 28 de junio, a partir de las 9:00 de la mañana,

en el salón principal del Edificio de Tecnología de la UASD, durante la Asamblea Nacional del Movimiento Marcelino Vega (MMV), los comunicadores del país tenemos una cita con la historia.

Es tiempo de poner al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) a alguien que lo dignifique, que lo encarne, que no hable de ética, sino que la viva. Ese alguien es Manuel Ureña.

Votemos por quien no ha claudicado. Por quien ha demostrado que la verticalidad aún es posible. Por quien ha hecho de su voz una herramienta de justicia. Por quien ha encendido esperanza en un gremio que clama por renovación.

¡Comunicador, no vendas tu voto!

Haz historia con tu conciencia.

Este sábado, vota por Manuel Ureña. Tu pluma lo merece, tu voz también.

El Maestro que Enseñó con el Alma

P


Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay vidas que no hacen ruido, pero estremecen. Hombres cuya sola presencia es enseñanza…

y cuya palabra, aunque susurrada, cala más que el estruendo de multitudes.

Manuel Antonio Ozoria, maestro y comunicador, no necesitó aplausos ni titulares para construir su legado. Fue sembrador de conciencia en los surcos de la necesidad.

De temperamento sereno, su andar es como el río manso que, sin arrogancia, alimenta la tierra.

Su paciencia no es espera pasiva, sino sabiduría adquirida con propósitos.

Esa serenidad suya es fruto de la oración, de la lectura de Proverbios,

y de un alma que no se deja turbar por el escándalo del mundo.

Corría la década de los 70 cuando, con poco más que su vocación en los bolsillos,

se internó en el sector Barrio Blanco. Allí, bajo una enramada improvisada, sin pizarras ni sueldos,

enseñó a niños sin escuela, niños con hambre… hambre de pan, sí, pero más aún de palabra.

Ozoria no enseñaba por empleo, sino por llamado.

“Informar es fácil, educar es un sacerdocio”, suele decir con voz de profeta cansado,

pero aún encendido. Y ha vivido como tal: sacerdote del saber, apóstol de la formación cívica, testigo de que la vocación, cuando es verdadera, resiste el olvido, el desprecio y hasta la pobreza. Jamás fue un predicador desde el púlpito, pero sus actos son versículos vivos.

Camina la vida como un cristiano sin micrófono, pero con el Evangelio impregnado en sus gestos.

Como enseña Romano capítulo 5, verso seis, vivimos en un mundo caído, donde la inmoralidad y el desorden parecen ganar terreno.

Pero también es cierto que un solo maestro íntegro,

puede encender cien lámparas en medio de las tinieblas.


No acumuló bienes, pero ha edificado ciudadanos.

No buscó fama, pero su nombre vive en la memoria agradecida de sus alumnos.

Sueña todavía hoy con un medio de comunicación que eleve el pensamiento,

o un cargo público desde donde se pueda sembrar decencia, con justicia, con alma, sin politiquería ni demagogia.

Manuel Antonio Ozoria es más que un maestro.

Es una parábola viviente. Una brújula para los nuevos periodistas,

una cátedra andante para los educadores. Como comunicador ha informado sin doblez,

como docente ha tocado almas que ni el tiempo ni la muerte podrán borrar.

Enseñó con el alma… y eso, no se aprende en un aula. Eso se vive, se encarna, se respira…

Eso nace del temor a Dios y del amor al prójimo. Por eso, aunque no figure entre los grandes,

su historia como las de los justos será recordada.

Agustín Vega de la Rosa: el hombre que decidió convivir

Por Cesáreo Silvestre Peguero 

Desde siempre, los hombres han emigrado en busca de un mejor destino... Así lo hizo Agustín Antonio Vega de la Rosa, quien llegó desde Hato Mayor y echó raíces en San Pedro de Macorís, no solo para vivir, sino para convivir y aportar al alma de este pueblo.

Periodista por vocación, luchador por naturaleza, de verbo firme y causa noble. Un ser humano que ha sabido hacer suya cada batalla social, cada clamor ciudadano, cada causa justa, aún sin ser nativo de esta tierra.

Graduado en Comunicación Social en la UASD, con una historia marcada por la lucha estudiantil y la formación constante, su vida ha sido testimonio de compromiso, servicio y dignidad.

Dirigió espacios como El Fogón de la Mañana, fue corresponsal de medios nacionales, fundó el periódico Agro Este y dirigió el departamento de prensa del Grupo COC Radio. Su hoja de vida habla de principios, sacrificio y entrega.

Por sus aportes fue declarado Hijo Adoptivo de San Pedro de Macorís el día 6 de abril del año 2004. Honor bien merecido para un hombre que ha hecho más por esta tierra que muchos nacidos aquí.

Tras años sembrando palabras y verdad en Macorís del Mar, decidió regresar a Hato Mayor del Rey, su tierra natal… donde todo comenzó. Y allí continúa, como árbol que vuelve a su raíz, con la frente en alto y la conciencia limpia.

Que su vida nos inspire a ser ciudadanos de bien, más allá de nuestro origen.

Porque patria es el lugar donde uno decide servir con amor.