Por Cesáreo Silvestre Peguero
algomasquenoticias@gmail.com
El desconocimiento, unido a la falta de visión política, suele dar a luz comentarios ligeros que tratan de desvirtúar la esencia de los hechos. Recientemente, en la red social Facebook, el Dr. Elvin Rodríguez comunicador de San Pedro de Macorís, compartió una imagen junto al joven senador del Distrito Nacional, Omar Fernández, al que definió como emprendedor. Aquel gesto despertó la reacción inmediata de un usuario afín al oficialismo, que negó tal condición con tono despectivo.
Sin embargo, reducir el concepto de “emprendedor” a la sola creación de empresas con fines de lucro es limitar la riqueza del término. El emprendimiento, en su esencia, es un espíritu: visión, innovación, liderazgo, capacidad de riesgo, perseverancia. Y en esa dimensión más amplia, Omar Fernández ha dado muestras palpables de una mentalidad emprendedora que merece reconocimiento.
1. Visión y detección de oportunidades.
Un emprendedor no se queda en el lamento ni en la crítica estéril; descubre posibilidades donde otros solo ven problemas. En su paso por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) como Director de Emprendimiento e Innovación, y como Director Regional de la Hult Prize Foundation, Omar Fernández asumió la tarea de promover un ecosistema emprendedor, alentando ideas que nacen pequeñas, pero que pueden transformar realidades.
2. Liderazgo e influencia.
El liderazgo político, como el empresarial, no se decreta: se conquista inspirando confianza y movilizando voluntades. Su ascenso en el ámbito político refleja esa capacidad de convencer, articular equipos y proyectar visión. Ese mismo liderazgo es el que se exige a quienes emprenden nuevos caminos.
3. Innovación y creatividad.
El emprendedor se atreve a pensar distinto. Omar Fernández, desde su curul, ha presentado iniciativas que rompen con la rutina política, desde la protección animal hasta la regulación de transiciones gubernamentales. Esa sensibilidad hacia lo no convencional revela un espíritu innovador contra la inercia.
4. Capacidad para asumir riesgos.
Involucrarse en la política dominicana siendo tan joven fue, en sí, un acto de riesgo y determinación. No cualquiera se mide con los retos de una candidatura en el Distrito Nacional y logra salir victorioso en su primera oportunidad. El riesgo fue real, la recompensa también.
5. Orientación a resultados y resiliencia.
El verdadero emprendedor no se pierde en discursos vacíos: persigue logros concretos. Su labor legislativa lo demuestra en proyectos puntuales, como la eliminación de los anticipos que afectan a emprendedores. La resiliencia, la capacidad de insistir aun frente a obstáculos, ha sido una constante en su accionar.
En suma, aunque su escenario es la política y no la empresa privada, Omar Fernández refleja los rasgos de un emprendedor en el sentido más noble y profundo: visión, innovación, riesgo, liderazgo y resultados. No se trata de levantar paredes comerciales, sino de edificar espacios de oportunidad, sembrar confianza y abrir caminos de transformación.
La lección es clara: el emprendimiento es una manera de vivir, de pensar y de actuar. Quien asume con responsabilidad esa mentalidad se convierte en motor de cambio, sin importar el escenario en el que se encuentre.
Y aquí la reflexión final:
Que los jóvenes dominicanos aprendan a mirar la política con ojos nuevos, no como un terreno de desencanto, sino como un espacio fértil donde sembrar ideas y recoger futuro. La nación no necesita espectadores indiferentes, sino soñadores que se atrevan, líderes que arriesguen, innovadores que construyan.
La patria clama por una generación que, con espíritu emprendedor, sepa transformar la esperanza en hechos, y la palabra en obra..!