Por Cesáreo Silvestre Peguero algomasquenoticias@gmail.com
La estancia para niños especiales de La Sabana, próximo a la parte trasera del mercadito de Barrio Lindo, una obra iniciada por la gestión del expresamente Licdo. Danilo Medina y abandonada con un 80% de avance, hoy no es solo una ruina: es la vergüenza moral de San Pedro de Macorís, República Dominicana. La ineptitud e indiferencia del Gobierno de Luis Abinader han permitido que 5 años de silencio y desidia transformen una promesa vital en un monumento a la incapacidad pública criminal.
El Estado ha permitido que este santuario, destinado a cientos de niños de escasos recursos y a los más vulnerables, sea hoy la GUARIDA OFICIAL DE LOS MALHECHORES. Estas instalaciones en es ahora un CENTRO DE TERROR, donde los delincuentes se atrincheran y el consumo de drogas impera. Esto no es un descarado abandono, es una amenaza directa y física, un riesgo inminente e inaceptable para cada estudiante que pasa por allí.
Se desperdiciaron alrededor de 40 millones de pesos.
Solo faltan 8 millones para terminarla.
¡8 millones! Una cifra que es una burla cruel, pues equivale a lo que hoy se mal gusta en nómina a través de las famosas “botellas” del sistema educativo. El despilfarro es la prioridad, la niñez especial es una excusa.
He desafiado la burocracia visitando más de diez veces la Regional de Educación 05. Solo encuentro evasivas. El director, licenciado Franklin Villanueva Heredia, se esconde. Me topé en un pasillo con el señor Alexis Pichardo. Cuando exigí una reunión formal, la respuesta fue un muro de indignación e indiferencia: "los espacios están llenos".
¡Basta de excusas! El gato manda al ratón y el ratón al gato, y mientras tanto, los niños especiales siguen mendigando su derecho.
La verdad es clara: esta obra estaría terminada si la voluntad política existiera. Pero no existe. Y la responsabilidad de este fracaso nos golpea a todos:
Falla la ADP, cómplice de este abandono por su silencio imperdonable.
Falla la oposición, perezosa y muda, que ha normalizado la desgracia.
Falla la Asociación de Padres y Amigos de la Escuela, ausente e irresponsable.
Fallan los padres de los niños especiales, que deben levantarse y exigir este derecho con la fuerza de un huracán.
Falla la sociedad viva de San Pedro, que ha tolerado este abandono sin hacer protestas.