Si la ética pudiera tener carne y timbre, hallaría morada en la voz del doctor y locutor July López. Su sobriedad, cada vez más escasa en el espectro radial de hoy, lo distingue como una de las voces más firmes y respetadas, no sólo de San Pedro de Macorís, sino de gran parte del país.
Desde mis inicios en la comunicación, en el año 1991, ya él era figura reconocida. Sin embargo, mi primer encuentro con esa figura ocurrió en los años 1986, cuando trabajaba en la Casa Silve-Peguero de mi hermano Francisco, en la esquina de la presidente Enrique con locomotora, en el sector El Toconal. Allí conocí también a su madre, doña Telma, mujer de cortesía entrañable y gracia serena, de quien July heredó el don del respeto y la prudencia.
Una vida entregada a la palabra.
—July, ¿por qué abrazó la comunicación, dejando atrás el derecho?
—El derecho fue mi ancla, la raíz que nutrió mi palabra. Pero la comunicación me llamó con más fuerza; en ella encontré el cauce natural de mi espíritu. Comprendí que el verbo puede defender con más alcance que los códigos y que, a veces, la voz pesa más que una sentencia.
—Si los premios fueran más pluralistas, qué ocurriría?
—Se acabaría el monopolio. El egoísmo tendría que ceder. El reconocimiento no debe ser pedestal para unos pocos, sino aliento para todos los que siembran en silencio.
—¿Cuál es el fruto de tantos años de comunicación? —Un caudal de experiencias. He vivido sacrificios y alegrías que han valido la pena. Lo esencial es hacer lo que se ama; si con ello viene también el sustento, la vida sonríe.
—¿Y su mayor aporte a la sociedad?
—Más que dar, agradezco lo recibido. El pueblo me ha acompañado, ha tenido paciencia conmigo. A ellos debo existir como voz pública.
—¿Le costó mucho la credibilidad?
—La credibilidad no se compra ni se mendiga. Se forja en la verdad y en la resistencia. El que se vende, se pierde; el que permanece fiel a la verdad, aunque quede solo, será sostenido por ella.
Maestro de generaciones.
July López ha sido voz, guía y ejemplo. Laboró como locutor en Puerto Rico y en los Estados Unidos, dejando huellas en escenarios internacionales. Durante décadas, asumió con brillantez la conducción de Stereo 98, donde fundó en el año 1986 el aprimer programa matutino de orientación radial: Amanecer 98, hoy convertido en Guía Informativa 98.
Gracias a su instrucción, muchos talentos locales aprendieron el arte de la conducción radial a su lado. Entre ellos se cuentan Monchi Roquez, Hervin Rosario, Victor López, Jesús Sánchez, y otros tantos que hoy brillan en la comunicación. Todos guardan gratitud hacia quien, en los momentos difíciles de San Pedro de Macorís, siempre estuvo presente.
Además, se ha destacado como excelente conductor de ceremonias, publicista creativo, locutor comercial, comentarista y lector de noticias, facetas que consolidaron su prestigio.
Reconocimientos y humildad.
Su trayectoria ha sido honrada con importantes galardones: Locutor del Año, el Guloya de Macorís, varios Micrófonos de Oro, junto a un centenar de placas y distinciones. Sin embargo, consciente de que la gloria no debe ser acumulada, declinó recibir en cierta ocasión una premiación de Promociones Acuario, del periodista José de la Cruz, prefiriendo dar paso a las nuevas generaciones.
Actualmente, tras muchos años en la radio, López dirige el canal TV 43 hoy llamado Tele Hola en San Pedro de Macorís. Antes de esta labor televisiva, ejerció como relacionista público en la Universidad Central
del Este (UCE), función que asumió con dignidad tras su salida de Stereo 98. Asumió un espíritu crítico y formador que siempre le caracterizó.
Un legado vivo.
Desde su ingreso en la Voz del Caribe en el año1965, su voz no se ha apagado. Ha sabido mantenerse como puente entre la realidad y la conciencia colectiva, sembrando seriedad en un tiempo dominado por voces pasajeras.
—¿Qué consejo dejaría a los jóvenes comunicadores?
—Que lean. La lectura es la savia del pensamiento, la raíz del desarrollo humano. El que no lee, se marchita; el que se nutre en los libros florece en la palabra. La comunicación no es ruido: es herencia de cultura y compromiso social.
Palabras que inspiran.
La vida y el legado de July López son una cátedra para los nuevos comunicadores. En él aprendemos que la voz verdadera no busca aplausos fáciles, sino credibilidad; que la comunicación no debe ser eco de intereses, sino voz de conciencia; y que la humildad en los logros es la mejor forma de enseñar.
Su mensaje resuena como una advertencia y como una esperanza: no se trata de hablar más alto, sino de hablar con verdad.
