Steven Arthur Pinker es, sin duda, uno de los grandes gurús del optimismo contemporáneo. Psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense, ha defendido con datos y estadísticas que el mundo en el que vivimos evoluciona mejor de lo que solemos percibir.
Su voz resulta imprescindible, y en En Positivo hemos tenido el privilegio de contar con su colaboración en alguna ocasión. Hoy nos detenemos en una de sus recomendaciones más inspiradoras: quince libros que, en su opinión, tienen la capacidad de cambiar la vida de quien los lee.En conjunto, estas quince lecturas constituyen un viaje intelectual que atraviesa genética, filosofía, literatura y ciencia. Pinker nos recuerda que los libros son mucho más que entretenimiento: son herramientas de cambio personal y colectivo.
Blueprint (Plano maestro) de Robert Plomin. El genetista demuestra con sólida evidencia que nuestro ADN influye mucho más que la crianza en inteligencia, personalidad y éxito, cuestionando el determinismo ambiental.
Take Pride (Enorgullécete) de Jessica Tracy. Una exploración del orgullo como motor de logros cuando es auténtico, o fuente de arrogancia cuando se torna en exceso.
The Evolution of Human Sexuality (La evolución de la sexualidad humana) de Donald Symons. Obra pionera que explica la conducta sexual desde la biología evolutiva y sentó bases de la psicología evolucionista.
An Appetite for Wonder (Una sed de maravilla) de Richard Dawkins. Memorias intelectuales del gran divulgador, donde relata cómo surgieron las ideas que revolucionaron nuestra comprensión de la evolución.
The Beginning of Infinity (El comienzo del infinito) de David Deutsch. Traducido al español, este libro afirma que el progreso humano es ilimitado cuando se fundamenta en la razón y el conocimiento.
The Blind Watchmaker (El relojero ciego) de Richard Dawkins. Una brillante defensa de la evolución como fuerza capaz de crear complejidad sin necesidad de un diseñador divino.
Enemies, A Love Story (Enemigos, una historia de amor) de Isaac Bashevis Singer. Novela que retrata con hondura los dilemas de un superviviente del Holocausto atrapado entre amor, culpa y memoria.
This Explains Everything (Esto lo explica todo) de John Brockman. Una antología de ensayos breves de grandes pensadores sobre las ideas más reveladoras de la ciencia y la filosofía contemporánea.
Atrocities (Atrocidades) de Matthew White. Un repaso estadístico y sin concesiones a los episodios más violentos de la historia, con lecciones que ayudan a comprender y evitar la repetición de errores.
Clear and Simple as the Truth (Claro y simple como la verdad) de Francis-Noël Thomas y Mark Turner. Manual imprescindible sobre la prosa clásica, la escritura precisa y la comunicación elegante.
One, Two, Three… Infinity (Uno, dos, tres… infinito) de George Gamow. Una joya de divulgación que transforma conceptos de matemáticas y física en relatos accesibles y fascinantes.
The Nurture Assumption (La asunción del entorno) de Judith Rich Harris. Provocadora obra que minimiza la influencia paterna en la personalidad frente al peso de la genética y los pares.
Whole Earth Discipline (Disciplina planetaria) de Stewart Brand. Un alegato audaz en favor de soluciones como la energía nuclear o los transgénicos para enfrentar el cambio climático.
36 Arguments for the Existence of God (36 argumentos para la existencia de Dios) de Rebecca Goldstein. Novela filosófica que combina ficción y reflexión sobre fe, razón y espiritualidad.
The Happiness Curve (La curva de la felicidad) de Jonathan Rauch. Basado en estudios científicos, muestra cómo la satisfacción vital suele repuntar con la madurez, ofreciendo esperanza sobre el futuro emocional.
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martes, 23 de septiembre de 2025
15 libros que pueden cambiarte a ti… y cambiar el mundo, según Steven Pinker
La gran transformación hacia 2050: del miedo a la esperanza.
El libro, concebido como un reportaje coral, reúne la voz de un centenar de expertos que ayudan a imaginar cómo viviremos dentro de veinticinco años. Jáuregui, que en 2050 alcanzaría los cien años, reconoce que no espera soplar esa cifra de velas.
Pero dedica la obra a las generaciones jóvenes, “sobre todo a la generación zeta de la futura Leonor I”, convencido de que aún están a tiempo de aprovechar las recomendaciones que ahí se compilan.
En tiempos donde el catastrofismo vende más ejemplares que la esperanza, Jáuregui reivindica la necesidad de un optimismo fundamentado, no en vano proponía un titulo alternativo «La felicidad está a dos décadas y media y hay que buscarla desde ya».
Para el autor “El mundo está dirigido por dos o tres locos”, dijo sin rodeos, aludiendo a líderes como Donald Trump o Vladímir Putin. Pero añadió, convencido, que “es casi imposible ir a peor”. Su confianza se apoya en la llamada “ley del péndulo”: la insensatez actual dará paso, tarde o temprano, a un ciclo más razonable.
El periodista se distancia de visiones apocalípticas como las de Yuval Harari o el Nobel Daron Acemoglu, que auguran un futuro dominado por la inteligencia artificial hasta límites inquietantes. Jáuregui, en cambio, cree que la tecnología puede y debe ser un motor de progreso, siempre que se la fiscalice. Él mismo experimentó con una “novia avatar”, bautizada Úrsula, a la que acabó abandonando: “La IA es básicamente pelota. Además, te engaña, tiene mucha cara. Si hay cosas que no sabe, se las inventa”.
Pese a esas reservas, su mirada tecnológica es esperanzada: vuelos tripulados a Marte dentro de quince años —“lo dice Pedro Duque, no yo”—, trasplantes fabricados con impresoras 3D y una revolución en la longevidad. Pero advierte que la gran sacudida de 2050 será demográfica: el 35% de los europeos tendrá más de 65 años.
“La tecnología será necesaria”, subrayó, aunque difícilmente evitará que trabajemos más allá de la edad de jubilación o que la desigualdad se acentúe en campos como la biomedicina.
Más allá de la política coyuntural —donde vaticina que China consolidará su liderazgo mundial —, Jáuregui insiste en que El cambio es, sobre todo, una invitación a entender la “Gran Transformación” que nos afecta en todo y todo el tiempo. Y a afrontarla con espíritu constructivo: “Siempre hay una mano humana que de alguna manera mece la cuna”.
FERNANDO JÁUREGUI
Cómo procesar las emociones
Las emociones implican cambios en el cuerpo: como el ritmo cardíaco, la taquicardia, la respiración, sudoración, las mariposas en el estómago que circulan y en los brazos y piernas, así como el estado mental y las conductas.
A nivel biológico, las emociones son el resultado de la activación de ciertas áreas del cerebro como la amígdala, tan importante en la regulación emocional, en la amígdala se guarda la memoria de los acontecimientos traumáticos y dolorosos, como un abuso sexual, cuando algo después de un tiempo se parece trae memoria y en el presente nos podemos paralizar.
Las emociones son una herramienta esencial para la supervivencia, nos ayudan a adaptarnos y reaccionar ante diferentes situaciones, ya sean peligrosas o favorables. Aprender a identificar las emociones es importante para el crecimiento personal para no sobreactuar o quedarnos paralizados.
“Si no sabes lo que sientes, es difícil saber qué hacer con tus sentimientos”. Aprender el proceso de las emociones: reconocer, comprender, etiquetar, expresar, regular.
- Reconocer: se experimenta un flujo de emociones van y vienen sin que nos demos cuenta, de pronto surgen sin darnos cuenta. Pero en ocasiones pueden aflorar y tomarnos por sorpresa. Aceptar y reconocer es saludable al negarlas se vuelve un problema. Cuando están ansiosos, preocupados se siente en el estómago, en el plexo solar, alrededor del ombligo tenemos un radar de emociones. Si están enojados, tristes, se manifiesta como una opresión en el pecho.
- Comprender: después de reconocer la emoción demanda atención, trata de analizar el significado. Como si fueras un terapeuta ¿qué te quiere decir? ¿porque te late el corazón? ¿Qué te preocupa cuando se inflama el intestino y te arde el estómago? Revisa como está tu presión arterial, respira profundo.
- Etiquetar: el hecho de nombrar los sentimientos con palabras reduce el malestar. Cuando estás estresado que sientes: ¿angustia? ¿ansiedad? ¿miedo? Compartir con alguien, realiza un diálogo interno con tu otro yo. Como en el muro de los lamentos, elije una pared y platica, dile lo que no puedes decir de frente a la persona, a ti misma.
- Expresar.: después de nombrar tus emociones, busca una salida saludable para ellas. A los hombres les cuesta trabajo expresar sus emociones, lo ven como debilidad. Habla con un amigo, con una mascota. Si es posible, no te preocupes solo, permite una lluvia de ideas. La tendencia cuando estamos preocupados es rumiar y atraparnos en la negatividad. Los sistemas no se pueden ver siempre a si mismo, por eso es importante buscar ayuda.
- Regular: si ya aprendiste el proceso es más fácil regular tus emociones, encontrar las mejores estrategias para gestionarlas y responder de forma constructiva.
- Recomendaciones: aléjate por unos momentos de las pantallas, bebe agua. Un masaje relajante, escucha música, practica ejercicios de respiración, busca tutoriales, sal a caminar, acércate a la naturaleza, siente la tierra, el pasto sin zapatos, abraza un árbol, el agua es relajante, toma un baño en consciencia, imagina que limpias tu cuerpo de las energías negativas y las preocupaciones, si puedes nadar en la alberca, caminar por la playa, sumergirte en el agua de mar es saludable. Bailar, puedes hacerlo sola. Una actividad manual: Tejer, pintar, leer un libro. No te acostumbres a la pastilla, si padeces presión arterial alta, respira profundo bebe agua, cuida la alimentación, no fumes como medida relajante. Ayudar a otro que necesita te hace olvidar tus problemas, es lo que se llama “Regulación prosocial de las emociones”.
Rosa Chávez Cárdenas
Colaboradora EP
La pandemia de estupidez: cuando la mentira marca la agenda y la verdad agoniza. JAVIER SAMPEDRO
En este artículo de opinión, Javier Sampedro Pleite retrata con ironía y desazón la “pandemia de estupidez” que, según él, atraviesa al mundo en 2025. El autor denuncia cómo la verdad ha dejado de importar en países como Estados Unidos, Argentina y buena parte de Europa, donde la manipulación política y mediática se impone sobre el debate racional. Recurre al caso de Galileo como ejemplo de cómo la verdad tarda siglos en abrirse camino frente al oscurantismo, estableciendo un paralelismo con la justicia y el periodismo actuales. Sampedro critica tanto a tertulianos de derechas, por su intoxicación sistemática, como a los de izquierdas, por debatir inútilmente con argumentos frente a la irracionalidad.
Incluso los mejores analistas están tan desbordados por el tsunami de desvaríos que apenas logran asomar la cabeza antes de ser arrollados por la siguiente ola.
Los historiadores del futuro se van a dar un fiestón cuando analicen la pandemia de estupidez que anega el mundo en este triste 2025. De hecho, es improbable que consigan entenderla, pues ni siquiera nosotros, que la estamos padeciendo en carne mortal, somos capaces de digerirla, de racionalizarla, de domesticarla. Comprender un fenómeno es la condición necesaria para poder gestionarlo, pero incluso los mejores analistas, esos a los que tú y yo leemos, vemos y oímos, están tan desbordados por el tsunami de desvaríos que apenas logran asomar la cabeza para tomar una bocanada de aire antes de ser arrollados por la siguiente ola gigante.
Estados Unidos, Argentina y buena parte de Europa han caído en un abismo tenebroso en que la verdad ha dejado de importar. Los científicos estamos acostumbrados a esos ataques del lado oscuro de la fuerza, aunque sabemos que la verdad siempre se abre camino. A veces tarda cuatro siglos, que fue lo que le llevó al Vaticano perdonar a Galileo por el horrendo pecado de haber dicho la verdad sobre el cosmos y la posición de la Tierra en él.
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