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Perfil del Autor: periodista y escritor Cesáreo Silvestre Peguero

EL DOCUMENTAL COMO MEMORIA Y VOZ Cesáreo Silvestre Peguero es un investigador, periodista y escritor dominicano cuya...

martes, 28 de octubre de 2025

Voluntad y Camino

Por Cesáreo Silvestre Peguero

​Es un dilema el irse o el quedar,
la balanza se mueve sin dudar,
mas la conciencia lo ha de dictar,
la firma de pensar para actuar.
Esa visión que nos hace crear.
Si en el intento te sueles doblegar,
y tu esfuerzo no logra avanzar,
el paso debe ser firme al marchar,
pues solo el acto nos puede salvar.
Nuestra férrea voluntad debe gobernar.
​De nada vale el andar y el divagar,
si la mente no logra evolucionar,
es un sendero que vuelve al punto inicial,
sin nuevos aires para respirar.
Solo hay que atreverse a transmutar.
​La decisión debemos entonar,
con la certeza de que será
plasmada en todo nuestro actuar,
la filosofía que nos hace pensar.
Un mandato que vamos a honrar.
​La vida es un movimiento singular,
que nos mantiene en constante alerta sin parar,
y el cambio nos puede transformar,
todo lo rige nuestra forma de pensar.
Un motor interno que hay que escuchar.
​Debe contarse el paso al caminar,
mas si la huella no asienta en el final,
el avance no vamos a lograr,
será un esfuerzo fácil de olvidar.
Hay que sembrar la fuerza al avanzar.
​Camina recto y no mires atrás,
con la seguridad que te da la paz,
pues todo el logro que obtuviste ya,
si el paso aflojas, te lo vuelven a quitar.
​¡Esta versión está completamente lista para compartir!

Cómo reconocer la envidia y evitar que nos dañe


Si la envidia fuera tiña, ¡cuántos tiñosos habría!” o  “La envidia nunca es buena, mata el alma y la envenena”, dice el refranero. Dos frases que, entre ironía y sabiduría popular, resumen uno de los sentimientos más antiguos y menos confesables del ser humano: la envidia. Esa punzada que aparece al comparar nuestra vida con la de otros, ese malestar silencioso que se oculta bajo el disfraz de la indiferencia o la crítica.

La psicóloga Patricia Fernández Martín reflexiona sobre esta emoción y cómo identificarla, recordando que, aunque mal vista, “es algo universal” y que reconocerla no nos hace peores, sino más conscientes.

En su consulta escucha frases que todos podríamos haber pronunciado alguna vez: “Siento que solo seré feliz si tengo pareja como el resto de mis amigas… Creo que lo que tiene el otro es mejor que lo que tengo yo”, explica para El País.

Palabras que, según Fernández Martín, condensan un sentimiento tan humano como incómodo: desear lo que otros tienen y sufrir por ello.

La envidia, explica, no distingue de géneros ni de clases. Es “transversal y universal”, pero la cultura la ha moldeado de manera desigual. La crítica literaria Marina Porras Martí, citada por Fernández Martín, sostiene que el imaginario occidental ha tendido a asociar la envidia femenina con la belleza y el amor, mientras que la masculina se vincula con el poder y la ambición.

“Eso simplifica y carga a las mujeres”, recuerda la autora, en una sociedad donde los cánones culturales siguen ejerciendo presión sobre sus cuerpos, sus afectos y su éxito.

Desde una mirada evolutiva, la envidia fue incluso una herramienta de supervivencia: impulsó la competencia y el deseo de mejorar. Pero hoy, en un mundo saturado de comparaciones —en redes sociales, en el trabajo, en la vida cotidiana—, ese impulso puede volverse tóxico. Fernández Martín señala la diferencia clave entre la envidia sana, que inspira superación, y la insana, que “se alimenta de la frustración y puede derivar en resentimiento, dolor y hostilidad”. La neurociencia, recuerda, ha demostrado que este sentimiento activa en el cerebro las mismas áreas relacionadas con el dolor físico. No es una metáfora: la envidia duele de verdad.

El artículo también apunta a sus raíces más profundas. La psiquiatra infantil Marina Romero sugiere que la envidia puede ser el eco de “heridas de la infancia”, fruto de carencias emocionales o falta de validación. Quien aprendió que solo recibiría amor cumpliendo expectativas ajenas puede pasar la vida mirando más hacia el otro que hacia sí mismo. De ahí que el trabajo terapéutico sea una herramienta para romper el círculo, “romper la vergüenza de hablarlo” y transformar ese sentimiento en comprensión y autoconocimiento.

La columnista recoge también las ideas de Melanie Klein, pionera del psicoanálisis, quien en Envidia y gratitud (1957) explicaba que este proceso de reconocimiento puede convertir la envidia destructiva en una vía de crecimiento interior. Porque lo contrario de envidiar no es la indiferencia, sino la gratitud: aceptar que lo que somos y tenemos también tiene valor.

La cultura popular sigue explorando este tema. La serie Envidiosa (Netflix) retrata a una mujer de casi cuarenta años que se compara con sus amigas casadas y con hijos. En esa competencia silenciosa —tan moderna y tan antigua— se refleja el mandato social de “tenerlo todo” y la frustración que genera no alcanzar esos estándares. Fernández Martín observa que este tipo de narrativas “invitan a repensar prioridades, a distinguir entre los deseos propios y los impuestos”.

La envidia, vista así, no es solo una debilidad moral, sino un espejo. Puede indicar lo que anhelamos, o revelar las heridas que aún no sanaron. Puede ser brújula o prisión. En palabras de Fernández Martín, “conviene saber identificarla, analizar de dónde procede y cómo se ha generado”. Si se lee como una señal de lo que quisiéramos alcanzar, puede inspirar. Si se reprime, nos destruye.

Redacción
En Positivo

Aprender de los errores


Cometer un error se considera debilidad, ignorancia y hasta mala suerte para el que tiene conciencia de sus actos. Lo que tenemos que comprender es que somos perfectibles, en constante crecimiento, la evolución de la conciencia humana está en curso, en proceso de seguir evolucionando para darnos cuenta de los aciertos y errores. El ser humano no está terminado, mientras estamos vivos todo es aprendizaje, no somos perfectos, somos perfectibles.

Atrapados en el error en la infelicidad. Es importante tomar consciencia que la intimidad tiene riesgos que afectan; un hijo no planeado cambia el proyecto de vida.

Hoy en día con las redes sociales se ha multiplicado la extorsión, el fraude. Con el deseo de incrementar sus ganancias les ofrecen altos intereses por su dinero. Los envuelven con pequeños depósitos y les regresan la ganancia de inmediato, el ingenuo sigue el juego y despierta en su cerebro el área bioquímica de la recompensa como en la ludopatía. Atrapados en el juego, finalmente el depósito es elevado y de inmediato desaparecen. No hay manera de recuperar. No solo es la pérdida de su dinero es la frustración, el coraje, la vergüenza y la culpa, no aceptan que cometieron un error por ambición. He tenido varios en mi consulta les queda una gran herida al ego.

Para aprender. Soy mi propio libro, me reescribo, me subrayo, me agrego páginas, me arranco otras que duelen, pero dejo en blanco la última página.

Rosa Chávez Cárdenas
Colaboradora EP
Psicóloga, Homeópata, Terapeuta Fam. y Escritora

Impulsar el cuidado para sanar la Tierra y a nosotros mismos

Vemos con preocupación la gran devastación en el planeta y la

humanidad. Sequías, inundaciones, violencia destructiva. La tierra ha pasado por cataclismos, pero ha logrado sobrevivir, se regenera, se depura, expulsa lo que le estorba, los que la hemos afectado somos los seres humanos. Aún tenemos la esperanza como en otras épocas que el cambio climático se arreglará y todo volverá a la normalidad. Pero para que eso ocurra debemos recorrer un largo camino de transformación de hábitos cotidianos, políticos, privados, públicos, culturales y espirituales.

Inmersos en la cultura hedonista, permisiva y desechable hace evidente la crisis en la que nos encontramos, la falta que la humanidad, urge pasar a la etapa de madurez para cambiar los hábitos cotidianos, políticos, culturales y espirituales.

Es necesario un cambio de paradigma de convivencia, un pacto social de respeto y preservación de todo lo que existe, alternativas que muestren una gran esperanza en las que todos participemos.

El síntoma más notorio de la civilización es el descuido, la falta de atención, la falta de cuidado se ha agravado por la falta de generosidad y de solidaridad. En las sociedades es notorio la falta de socialización, impera la violencia, lo que ha estimulado las migraciones de los países en búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida. El avance de la tecnología ha traído consecuencias, impera el materialismo, la cultura desechable, incluso en las relaciones de pareja.


La filosofía holística ofrece una alternativa al realismo materialista. Llama la atención el paradigma biomédico y sus especialidades, divididos en órganos y sistemas sin tomar en cuenta que somos seres emocionales y espirituales, lo que sucede en el entorno afecta la psique. El cambio sin esfuerzo, con un fármaco se resuelve. A pesar de los avances científicos enfermedades crónicas como la diabetes y el cáncer se han multiplicado de manera que parecen epidemia.


Necesitamos construir un nuevo estado de consciencia, de madurez que nos ayude a buscar caminos diferentes como la responsabilidad que tenemos cada uno en el autocuidado, en cuidado del entorno en el que cada uno estamos inmersos y del que somos responsables.


Me parece importante compartir una anécdota para entender la cultura desechable. Una universidad privada acostumbra a llevar a los jóvenes estudiantes de medicina a comunidades en situación de pobreza y marginación. En su visita acudieron al Estado de Nayarit donde habita una comunidad de Wixárikas, conocidos como huicholes, grupo indígena originario en los estados de Nayarit y Jalisco (México). Con una rica historia cultural que se remonta siglos atrás, los Wixárikas han mantenido sus tradiciones y cosmovisión a lo largo del tiempo, siendo reconocidos por sus expresiones artísticas, espiritualidad y profundo arraigo a la naturaleza. Hoy en día algunas universidades ofrecen estudios gratuitos, asisten a las aulas con su vestuario tradicional.


La cultura wixárika es profundamente espiritual y está enraizada en la relación con la naturaleza y el mundo espiritual. Su cosmovisión se basa en la creencia de que el mundo fue creado y es sostenido por deidades y espíritus que residen en todos los elementos de la naturaleza, como el sol, la luna, los animales y las plantas.


Los wixárikas consideran que mantener un equilibrio con estos elementos es esencial para su bienestar y el de su comunidad.


Un estudiante de medicina me compartió una anécdota. Les llevaron preservativos, explicaron los beneficios de su uso y como utilizarlos, les dejaron una buena cantidad. Unos meses después regresaron y les llamó la atención que los lavaban y los tenían colgados de un hilo como si fuera ropa, los jóvenes se burlaron entre ellos. Cuando me compartió le dije: “Que ignorancia la de ustedes y sus maestros, ellos no saben lo que es la cultura desechable como nosotros.


La humanidad no ha dejado de vivir peleando por el territorio, por el poder, la lucha del más fuerte sigue con diferentes armas, de los palos y piedras pasó a las armas sofisticadas como la destrucción y muerte en las guerras actuales.


Tenemos que tomar consciencia somos más los que nos interesa vivir en paz. Actualmente son muchas las propuestas para el cuidado de nuestra casa común; la Madre Tierra.


Vemos grupos que cultivan la ecología, la meditación, la espiritualidad, los que procuran alimentos naturales, los que buscan terapias alternativas: Herbolaria, Homeopatía, Acupuntura, Psicoterapia. Grupos generosos con sentido de solidaridad, del cuidado de las personas con discapacidad, de los adultos en abandono, de los animales, de los que viven en la pobreza, no solo darles el pan, la ayuda económica, instruirlos para que sean independientes. Es importante cultivar el nuevo ethos que nos permita vivir en formas más cooperativas de convivencia. Muy importante poner límites a los niños y jóvenes de los dispositivos electrónicos.

Rosa Chávez Cárdenas

Colaboradora EP

Psicóloga, Homeópata, Terapeuta Fam. y Escritora