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lunes, 15 de septiembre de 2025

La revolución silenciosa de la IA en las escuelas

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La inteligencia artificial (IA) está entrando de lleno en escuelas y universidades de todo el mundo. Estudiantes la usan para investigar, redactar ensayos o resolver problemas de matemáticas. Profesores y ministerios, por su parte, buscan aprovecharla como aliada pedagógica. El entusiasmo convive con la preocupación: ¿qué pasa con el placer de aprender? ¿Se resiente el pensamiento crítico al delegar parte del esfuerzo intelectual en una máquina? la facilidades que ofrece la tecnología frente a las contrariedades éticas.

En Francia, el Ministerio de Educación publicó en junio el Marco para el Uso de la IA en la Educación y ya ofrece microformaciones en línea. Un paso modesto comparado con Estados Unidos, China o el Reino Unido, donde la digitalización educativa avanza con rapidez.

En Inglaterra, varias escuelas experimentan con la IA en el aula. En la primaria Willowdown, en Somerset, los alumnos escriben ensayos que luego se transforman en imágenes generadas por IA. “De repente, tienen un montón de imágenes a partir de sus descripciones, y luego pueden comentarlas entre ellos y ver si esa era la imagen que esperaban crear en los lectores”, explica su director, Matt Cave, en The Guardian.

Según él, este “nuevo tipo de público” estimula ideas y fomenta la colaboración, aunque admite que no ignoran los riesgos: “Se los recordamos constantemente a los niños. Van a necesitar estas herramientas toda su vida”.

El caso más radical se encuentra en Austin, Texas. Allí, la escuela privada Alpha dedica solo dos horas al día a materias tradicionales con software de IA. El resto del tiempo, los estudiantes trabajan con un “coach” adulto en habilidades como oratoria o finanzas. “He visto el futuro”, proclamó su cofundadora, MacKenzie Price.

Pero la presidenta de la Federación Americana de Maestros, Randi Weingarten, advierte en The New York Times: “Cuando tienes una escuela que se basa estrictamente en la IA, se viola un precepto fundamental del quehacer humano y de la educación: la necesidad de relacionarse con otros seres humanos”.
En China, la IA se utiliza desde la primaria. Durante el verano, muchos estudiantes recurrieron al chatbot DeepSeek para resolver tareas. El diario Jingji Guancha Bao alerta sobre el riesgo de dependencia: “Siempre debemos pedirle [al niño] primero que intente resolver los problemas por sí mismo (…) en última instancia, siempre es el ser humano quien decide”.

El debate, recogido en la prensa europea por Die Zeit, apunta a una cuestión de fondo: “¿Qué sucede cuando las personas optimizan sus capacidades intelectuales externalizando su pensamiento a las máquinas siempre que es posible? ¿Se pierden entonces a sí mismas?”.

Lo cierto es que la IA promete personalizar el aprendizaje y liberar tiempo de los docentes para atender lo emocional, pero también plantea dilemas serios sobre autonomía, creatividad y desigualdad.

El futuro educativo parece inevitablemente ligado a estas herramientas aunque parece necesario avanzar en un marco regulatorio de estas prácticas.

La IA no debe transferir conocimientos, sino fortalecer el aprendizaje y conectar a los estudiantes con el mundo en que vivimos. ILKKA TUOMI

ILKKA TUOMI

Septiembre marca el regreso a las aulas en gran parte del mundo. Pero este año, más que los libros nuevos o los horarios escolares, lo que ocupa titulares es la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la vida diaria de millones de estudiantes y profesores. Para Ilkka Tuomi, informático finlandés, filósofo de la innovación y experto en inteligencia artificial y educación, la cuestión es clara: «uno de los objetivos de la educación es ayudarnos a convertirnos en personas con voz propia». Tuomi participó recientemente como ponente en la escuela de verano AIHUB, organizada por el CSIC y la Fundación ”la Caixa” en el CaixaForum de Zaragoza, donde defendió que la educación debe dejar de ser un simple mecanismo de transmisión de información.


El especialista recuerda que el conocimiento ya no reside exclusivamente en los libros o en la memoria de los alumnos. «Si alguien puede escribir una pregunta en internet o en el ChatGPT y obtener la respuesta, ya no eres necesario para tu conocimiento. Pero lo interesante es la interiorización de este conocimiento, el proceso de aprendizaje».

Para Tuomi, lo fundamental no es qué datos se memorizan, sino cómo se construye el pensamiento crítico y se desarrolla la capacidad de actuar en el mundo real.

Tal y como explica: «Ahora, en el campo de la educación nos estamos planteando cómo utilizar la IA para mejorar el proceso de aprendizaje en sí. No se trata de transferir los conocimientos existentes al jefe de los estudiantes, sino de apoyar sus procesos de aprendizaje, hacerlos más sólidos, más significativos, más conectados, como decía antes, con el entorno, con el mundo en el que actuará el estudiante».

Esa visión conecta con una de las preocupaciones actuales: el papel de los profesores. En un entorno donde la IA está controlada por grandes compañías tecnológicas, muchos sienten la presión de incorporar estas herramientas sin disponer de recursos ni formación suficiente. «Hay mucho bombo en torno a estas tecnologías», advierte Tuomi, «es crucial ayudar a los docentes a desarrollar competencias para reflexionar sobre la forma correcta de utilizarlas. Cuando las circunstancias son urgentes, debemos sentarnos y pensar. Las prisas son malas consejeras».

Lejos de concebir la IA como amenaza, Tuomi la entiende como oportunidad para redefinir las funciones sociales de la educación. Más allá de certificar competencias o transmitir herencias culturales, la escuela debería convertirse en un espacio de innovación y participación cívica.

«Creo que en el futuro las escuelas se convertirán en una especie de centros neurálgicos de la economía del conocimiento, de la innovación y del cambio social», sostiene.

El reto, sin embargo, no es sólo pedagógico. La IA transforma también el mercado laboral, las estructuras económicas y la vida cotidiana de los más jóvenes. Niños y adolescentes crecen en un entorno donde la comunicación digital, las noticias falsas y la exposición a algoritmos son parte de su día a día. La educación, insiste Tuomi, debe prepararles para desenvolverse en ese contexto, con herramientas que fomenten la empatía, la responsabilidad y la capacidad crítica.

ILKKA TUOMI
Es un informático finlandés, filósofo de la innovación y experto en inteligencia artificial y educación.

En Positivo

La inteligencia artificial no reemplaza al amor, la amistad ni la comunidad

El historiador, Yuval Noah Harari, escritor, profesor de Historia en la universidad Hebrea de Jerusalén, autor de varios bestsellers, como: Nexus, 21 lecciones para el siglo 21, Homo Deus, de animales a dioses. Comenta en uno de sus libros. Los seres humanos buscan la manera de sentirse desgraciados, ningún Dios exige sacrificio, los humanos somos animales sociales, de modo que la felicidad depende de las relaciones con los demás.

Sin amor, amistad y comunidad, no se puede ser feliz. Una vida egocéntrica, solitaria es garantía de infelicidad, de manera que necesitamos preocuparnos por nuestra familia, los amigos y los miembros de la comunidad.

Entre las leyes naturales, la regla de oro es: no hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti. Al hacer daño a los demás nos hacemos daño a nosotros, cada acto violento empieza con un deseo violento en la mente que perturba la paz y la felicidad en otra persona. No se puede experimentar alegría y armonía si sentimos odio o envidia, de tal manera que, sin matar a nadie, la ira, el resentimiento ya ha matado nuestra paz de espíritu.

Vamos revisando para entender hasta el lugar en donde estamos con la tecnología y la IA. A lo largo de la historia el mercado laboral se dividió en tres sectores; agricultura, industria y servicios, en el siglo 18 la mayoría trabajaban en la agricultura, durante la revolución industrial en los países desarrollados abandonaron el campo, dejaron sus tierras y animales con el deseo de mejorar su economía.

Durante la pujanza de ventas en China se trajeron a los campesinos a las grandes ciudades, necesitaban mano de obra. Hace unos años vino la desaceleración del empleo y los están regresando al campo.

En años recientes los países desarrollados experimentaron otra revolución, han ido desapareciendo los empleos industriales y se han dedicado al sector de los servicios. En 2010, el 2 por ciento de los estadounidenses trabajaban en la agricultura, el 20 por ciento en la industria y el 78 por ciento en profesiones como médicos, diseñadores de página web, profesores.

Se pregunta Noah Harari ¿Qué haremos cuando los algoritmos sin mente sean capaces de diseñar, diagnosticar mejor que los humanos? No es una pregunta nueva desde la revolución industrial se temía que la mecanización pudiera provocar desempleo masivo, esto no ocurrió, a medida que las antiguas profesiones quedaban obsoletas aparecían otras, siempre había algo que los humanos hacían menor que las máquinas.

“Los humanos nos hemos negado a atender las advertencias, ya hemos desequilibrado el clima terrestre, inventado drones, chatbots, y algoritmos que pueden escaparse de nuestro control y desatar un aluvión de consecuencias” menciona en su libro.

En cuanto a la IA, advierte: “Cada teléfono inteligente contiene más información que la antigua biblioteca de Alejandría, el usuario se puede comunicar al instante con miles de personas en cualquier parte del mundo”. La información circula a velocidades vertiginosas.

Pero es un hecho la humanidad está a punto de autodestruirse, la IA representa una amenaza sin precedentes para la humanidad, ya que es la primera tecnología en la historia capaz de tomar decisiones y generar ideas por si misma. La IA no es una herramienta es un agente, el peligro es que estamos invocando agentes nuevos, poderosos, más inteligentes e imaginativos que nosotros que no comprendemos ni controlamos del todo.

Las computadoras, toman decisiones sobre nosotros, están enterados de todo: de una infidelidad, un contrato, de nuestras compras, de una hipoteca. GPT-4 hasta crea poemas, cuentos, canciones, música e imágenes originales. Los jóvenes se están haciendo más perezosos, adictos a los dispositivos, no piensan, están distraídos y serán dependientes de sus padres que los patrocinan, inútiles para tareas cotidianas, nos afecta en la sensibilidad, la empatía, el placer y la compasión si los padres no les ponen límites. Hoy la mayoría están poseídos, desde pequeños atrapados en el celular, incluso cuando están comiendo, en la mesa, en el parque, se está perdiendo una de las inteligencias emocionales, la socialización.

La IA es capaz de producir arte y hacer descubrimientos científicos por si sola, en los próximos años será capaz de crear nuevas formas de vida. La Inteligencia Artificial puede alterar no solo la historia de nuestra especie, sino la evolución de todas las formas de vida.

El riesgo es que las sociedades humanas construyen y gestionan redes de cooperación basadas en información defectuosa mitos y ficciones compartidas, opera en un contexto de saturación informativa y decisiones descentralizadas. Estamos poseídos por los algoritmos, las plataformas y atrapados en las suscripciones.

Rosa Chávez Cárdenas
Colaboradora EP
Psicóloga, Homeópata, Terapeuta Fam. y Escritora