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Perfil del Autor: periodista y escritor Cesáreo Silvestre Peguero

EL DOCUMENTAL COMO MEMORIA Y VOZ Cesáreo Silvestre Peguero es un investigador, periodista y escritor dominicano cuya...

lunes, 4 de abril de 2011

La Fotografía y el éxito de su ejecución


En el ámbito periodístico,  los foto-reporteros se exponen al peligro con tal de  plasmar en una imagen los hechos y acontecimientos que ocurren, y que, proyectados en fotos dicen más que mil palabras….

EL EFECTO DE PUBLICIDAD


Por Cesáreo Silvestre Peguero. 

El desconocimiento publicitario es uno de los factores que inciden en que algunos de los comerciantes muestren desinterés de anunciarse
en los medios de comunicación, desconociendo las ventajas que genera
esa iniciativa.
Olvidan que muchas gentes se motivan a comprar por vía de la
publicidad; esta mantiene vigente a quienes más se exhiben,
permitiendo que el consumidor vea más el producto y se relacione
con la imagen o servicio que se ofrezca.
La publicidad hace que la gente se sienta descontenta con lo que
tiene y deseosa de obtener lo nuevo o eficiente que se esté anunciando; proporciona un deseo que provoca comprar aquello que no se tiene.
Están mal asesorados y hasta errados, aquellos comerciantes o
empresarios que no consideren de interés el anunciarse; ya que se ha
comprobado que psicológicamente el ver permanentemente algo
crea una imagen en el subconsciente que le hace aceptar aquello que
ha visto serle ofertado, y si así no fuera, famosas empresas no
invirtieran tanto dinero en la publicidad. Lo que no se exhibe no se vende.
110 Cesáreo Silvestre Peguero
Ante la tanta competencia existente en el entorno, definitivamente
hay que mercadearse. Se quedan detrás los que no exhiben sus
propuestas publicitarias; ya que, lo que no se muestra no se vende.
La publicidad contiene las herramientas para cautivar o interesar al
posible consumidor; en realidad, anunciarse es una necesidad.
La publicidad gráfica o escrita, es permanentemente efectiva, porque
perdura con el transcurrir del tiempo. Decía el filósofo y científico
alemán Hermann Keyserling que ninguna prueba, ninguna rectificación
ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien
hecha. De ese concepto se deriva la importancia del efecto de la

publicidad.

domingo, 3 de abril de 2011

CUANDO SE PROPAGA EL DESCREDITO

Por Cesáreo Silvestre Peguero.


Infundir es influenciar en otro una creencia falsa o verdadera. Hay quienes tratar de desmeritar con tal de pretender encender su luz apagando la ajena.

Para lograr tal descrédito, se emiten expresiones o se ejecutan actitudes que procuran este propósito. En la mayoría de los casos, los que difaman, ocultan cierta admiración a quienes detractan; pero se ven incapaces de admitirlo y prefieren hacer uso de tipificaciones adjetivas y exiguas, (escasas, insuficientes y vanas) con la que se busca censurar o descalificar.
Es muy usual que algunos egocéntricos se consideren muy cuerdos y califiquen a los demás de locos o locas. Epítetos desacertados e inadecuados.

¡”Qué irónico  es, que precisamente por medio del lenguaje una persona pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje”! (Sören Aabye Kierkegaard).

Algunos de los más admirables enajenados de la literatura universal han sido creados por novelistas o dramaturgos en su sano juicio, dueños de un comportamiento personal admirable, cuando no ejemplar, y que han gozado de respeto entre sus coetáneos; pero, debido a sus oficios, han sido capaces de sondear, con minuciosa exactitud, los matices de la alineación mental, así como los talantes que tipifican la conducta anómala.

Erasmo fue el primero en vislumbrar la importancia de la locura de la vida social, y lejos de aceptar las interpretaciones ortodoxas que la estereotipan como posesión demoníaca, vicio o pecado se dio cuenta de que la locura constituía un ingrediente esencial de la vida cotidiana, uno de los polos entre los cuales oscila el regulador de la razón. 

La persona realmente exitosa y de excelencia nunca necesitará apagar la luz de otra persona para hacer proyectar la suya. “No hablaré mal de hombre alguno, y de todos diré todo lo bueno que sepa”.  –José Martì”.

“Todos los hombres que conozco son superiores a mí en algo. En ese sentido, aprendo de ellos”.

–Benjamín Franklin.

La calumnia...


Por Cesáreo Silvestre Peguero. 

Quienes usan la Calumnia, carecen de la sana capacidad de competir sin golpes bajos. La infamia degrada y corroe los nobles sentimientos que se anidan en la conducta del ser humano. La calidad de competir sin bajeza nos hace digno de diferenciarnos de los animales.
Muchos parecen apoyarse en “el principio” que popularizo Nicolás Maquiavelo, quien decía que el fin justifica los medio. -Ese concepto lo consideran los que tienen más en cuenta lo material que lo moral. Algunos han entendido que ¡tras la calumnia algo queda!
La estrategia y la maquinaria que han puesto en marcha determinadas personas de calumniar e injuriar gratuitamente, es un claro acto de irresponsabilidad, aunque el lema bajo el que se amparan, rece lo contrario. En cuanto a las reacciones fisiológicas, los especialistas aseguran que al mentir aumenta la presión arterial, la frecuencia cardiaca, respiratoria y hay cambios en la actividad eléctrica de la piel asociados a la sudoración. En tanto, los pies y las piernas son las partes del cuerpo más sinceras, seguidas del pecho y las gesticulaciones, mientras que los movimientos de manos y las expresiones faciales son más fáciles de manejar. Los pies, se explica, reflejan realmente el estado emotivo y cognitivo de la persona.
La parte inferior del cuerpo no miente cuando expresa interés, aburrimiento, deseo de huir o de combatir, reserva apertura, hermetismo y deshonestidad.

La experta en comunicación no verbal, Lilian Glass, ha observado que cuando una persona sincera está parada, tiene los pies bien apoyados apuntando hacia su interlocutor. Si el peso de la persona reposa sobre un lado del pie o los talones, probablemente está siendo falsa, miente o retiene información.
Los tobillos cruzados pueden significar que no quiere revelar algún dato o emoción. 
Las flexiones del torso hacia adelante puede expresar interés y hacia atrás desinterés. Una persona que no es sincera es en general menos expresiva con las manos, aquellas que enseñan palmas y extienden dedos, indican franqueza; aunque esto, no siempre se aplica en todos los casos. –por ejemplo, en la mayoría de los políticos se da mucho gesticulación y extensión de sus manos y, eso no significa que sean sinceros. Por otro lado, el profesor en psicología de la Universidad de California, Paul Ekeman, expresa que en cambio, el rostro suele contener un doble mensaje: por un lado, lo que el mentiroso quiere mostrar, por el otro, lo que quiere ocultar.

Una sonrisa mentirosa, por ejemplo, se detecta cuando la parte inferior de la cara muestra los dientes, pero los ojos no se arrugan, mientras que el hecho de rascarse la nariz ante preguntas comprometedoras, se le conoce como efecto pinocho. Esto es porque cuando una persona miente se pueden dilatar los vasos sanguíneos de la nariz, de tal forma que se hincha, aunque este aumento de tamaño no es visible, el efecto final, unido a la sudoración, genera la necesidad de rascarse. Según la jefa del laboratorio de neuropsicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Feggy Ostrosky, el tono de voz es un indicador más confiable que la expresión facial para detectar al que engaña.
Los indicios vocales más comunes de engaño son las pausas demasiado largas o frecuentes y el mentiroso, ante el temor de ser descubierto, puede volver la voz más aguda.
Vale más ser integral que calumniar y ser inmoral.

 

CUANDO LAS MAÑAS SE HACEN SUTILES

Por Cesáreo Silvestre Peguero.   
                                                                                             

Enseñanza, es el método que como sistema utilizamos para instruir o instruirnos.
Es pues una lección didáctica o ejemplarizadora de la que se pueda aprender.

La definición del título de este artículo es el elemento de edificación que me motiva tratarlo.
Robar, es apoderarse de forma inconsulta de algo ajeno, no importa lo que sea, grande o “pequeño”, costoso o “insignificante”.
Es decir, el robo no tiene clasificación de precio o importancia para dejar de serlo; sin embargo, muchos creen que quien roba un pollo no es ladrón, si no el que se roba un millón.
Amparados en tales creencias muchos se hacen jueces de ellos mismos, procuran agenciarse sus propias indulgencias; mas para mí, los robos no deben realizarse como queriendo justificarse los grandes con los pequeños; porque ambos son iguales, e inmorales.
De lo malo algo bueno se puede aprender; como de lo bueno algo malo puede echarlo a perder.
En la mayoría de los casos, los que fustigan el mal son igual o peores a quienes son cuestionados.
En una ocasión observé a una persona apropiarse de un animal que a su casa erró en penetrar, adueñándose la persona del animal; al hacersele la observación consideró que no robó, sino “cogió”; queriéndose justificar por el “poco costo” que como precio tenía el animal.
No nos queramos justificar; porque robar es robo, no importa cuán insignificante sea un objeto o un animal.
Esto me hizo reflexionar y aprender que antes de señalar nos debemos cuestionar; porque pudiésemos estar incurriendo en faltas, esto se pone de manifiesto cuando la inconciencia se hace sutil

SINTOMAS DE MEDIOCRIDAD

Cesáreo Silvestre Peguero. 
                                                                                                                                                  
Son los síntomas rasgos que describen ciertos comportamientos en una persona o animal y, la mediocridad es un derivado de mediano, -(no de estatura física sino del nivel reducido en  la forma de pensar y actuar). Las personas mediocres miden a los demás en base a la pobreza mental  de ellos mismos; tienden a ser ridículos y se empeñan en hacer sentir como tales a los que no lo son.  Exhiben aires de grandeza y tratan de que los demás se sientan pequeños.
Los mediocres interponen lo económico por encima del valor humano. Ellos se sienten inseguros de su propia percepción y se consuelan cuando los demás le adulan. Aunque hayan estudiado en la Universidad de Harvard, siguen siendo enanos  en su proceder.
Los mediocres no engendran  positivismo; en cambio, hacen parir negatividad e ignoran el logro de los demás.
Como dice José Ingeniero tienden a mirar siempre al pasado como si estuviesen ojos en la nuca. Estos pueden despreciar todo; menos la falsedad y la bajeza... no son humilde en tolerancia, ni fuertes en las adversidades.
Los mediocres, son rencorosos y renegados a perdonar. Repiten la crítica de los demás, sin considerar primero cual es el propósito de quien habla.
Los mediocres no admiten sus errores, y tienden a culpar a otros cuando fracasan. A los mediocres le entretiene la crítica; pero se aíran al ser cuestionado por otros. Acostumbran hacer  alarde de sus infundados estudios; carecen de creatividad y cuando ven a otros exhibirla, la ignoran. Tienden a no estar rodeados de quienes le hacen sombra; porque creen  ser desplazados.
Lucen ser graciosos  banalmente, con tal de llamar la atención en fiestas o reuniones.
Después de leer este tema, aquellos que observen las erróneas actitudes ya descriptas, les sugiero no atribuírsela a otros con la intención de degradarle, sino con ánimo de ayudarle a deshacerse de esas torcidas prácticas.