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Perfil del Autor: periodista y escritor Cesáreo Silvestre Peguero

EL DOCUMENTAL COMO MEMORIA Y VOZ Cesáreo Silvestre Peguero es un investigador, periodista y escritor dominicano cuya...

lunes, 14 de julio de 2025

Una voz que será recordada.

Por Cesáreo Silvestre Peguero


En la bruma temprana de este domingo, el alba no trajo luz, sino un silencio desgarrador: ha partido Juan Dionisio Ávila, conocido y querido por todos como Over, la voz que con solemnidad identificó a las emisoras Aurora FM y Radio Oriente.

En Higüey, dirigió y prestó su voz a diversas estaciones, incluyendo Radio Mambo 94.3 FM y Radio Génesis 97.5 FM, donde se desempeñó con responsabilidad y entrega. El eco de su timbre inconfundible permanecerá en la memoria de muchos.

Over no fue solo locutor. Fue verbo hecho humanidad, palabra con alma. En él se conjugaban la templanza del profesional íntegro, la firmeza del hombre disciplinado y la calidez del amigo verdadero. Su voz, profunda y nítida, no solo comunicaba: inspiraba respeto y proyectaba autoridad.

Fue también conductor y productor del recordado programa “Sábado de la Alegría”, desde donde alegró a miles con su carisma único y su forma alegre de comunicar. Era, además, vicepresidente de la Asociación de Locutores Profesionales de la provincia La Altagracia (ALPPA), comprometido con el fortalecimiento del gremio.

Más allá del micrófono, Over fue doctor en Derecho, empresario junto a su esposa Jundry Aristy en Todocomputadora, y forjador constante del desarrollo higüeyano. Su existencia fue prueba viva de que el talento, cuando se cultiva con esmero, trasciende cualquier límite.

Sus colegas lo recordamos con estima: un gremialista genuino, un aliado incondicional, un modelo de altura profesional. Su trato amable, su nobleza natural y su vocación de servicio le ganaron la admiración de todos.

Hoy, la locución de la región Este está de luto: se ha quedado sin una de sus voces más emblemáticas.

Tres hijos quedan en la orfandad… pero también una región entera que lamenta su partida. Porque cuando se va alguien como Over, no solo se apaga una voz, se extingue una presencia que edificaba.

Y mientras la tristeza nos envuelve, esta pérdida nos llama a una reflexión urgente: ¿por qué esperar la ausencia para exaltar la grandeza? Que la muerte de Over nos despierte. Que aprendamos a reconocer, honrar y agradecer el talento de los nuestros en vida.

Hoy, la radio está en silencio... pero en ese silencio resuena su legado.

Rodolfo Espinal: La Voz que Traspasa el Tiempo y Dignifica la Imagen

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay voces que no solo se oyen… se sienten. Voces que no se imponen, sino que envuelven.

Que acarician el alma sin alzar el tono. Voces como la de Don Rodolfo Espinal: 

templada, noble, inconfundible. Una voz que no anuncia… honra.

Que no habla… consagra.

Rodolfo Adriano Espinal Mota no es simplemente la guía sonora del metro de Santo Domingo, ni la firma vocal de instituciones como Central Romana. Es mucho más que eso:

es un custodio del verbo bien dicho, un sembrador de solemnidad en tiempos de ruido y prisa.

Nació un 2.º de diciembre de 1942, en Curazao, Antillas Holandesas, en el seno de una familia consagrada al servicio patrio. Su padre, cónsul general dominicano, sembraba patria fuera del suelo natal, mientras el pequeño Rodolfo empezaba a dar sus primeros pasos en el arte de hablar con sentido.

A los siete años, su voz ya resonaba por primera vez en la emisora CUROM. No era un juego de infancia: era un destino pronunciándose.

Desde entonces, su vida fue un viaje entre continentes, idiomas y micrófonos.

Su formación fue tan rigurosa como cosmopolita. Estudió secundaria en el Rawdah College de Beirut, Líbano, y prestó su voz a Radio Beirut Internacional siendo aún un joven con alma de sabio. En 1963, obtuvo credenciales en Lingüística y Química por el British Council de la Universidad de Londres. A sus 18 años dominaba cinco idiomas; a sus 30, había pisado 50 naciones. Pero lo que más impresiona no es su brillantez académica ni su bagaje cultural, sino su humildad intacta.

Porque Espinal, con todo su prestigio, nunca perdió la nobleza del alma sencilla. Es un políglota, un maestro de ceremonias, un estratega de la palabra. Pero por encima de eso, es un servidor:

una voz que se ofrece sin vanagloria, que se presta con reverencia al mensaje que transmite.

Su timbre claro y profundo parece traído de una época donde la palabra tenía el peso de una promesa y el sabor de la verdad. Y así permanece, como eco fiel de una generación de oro que aún resplandece con dignidad sonora.

En los años 60, dirigió en nuestro país la emblemática Columbia Pictures, siendo parte viva del celuloide y su leyenda.

Hoy, esa misma voz, tan pulida por el tiempo como ungida por el respeto, engalana con su sello mis producciones documentales.

Me honra y me conmueve saber que sea su voz, la suya, la que presente y promueva mis obras ante los oídos del país y del mundo. Porque no se trata solo de grabar un mensaje…

se trata de dejar un legado.

En una de sus intervenciones para mis producciones, Rodolfo Espinal proclama:

> "Tu historia merece quedarse en el tiempo. Cada logro, cada paso puede alzarse como testimonio de tu vida, dejando una huella imborrable en la política, el arte, la causa social,

institucional, profesional o empresarial."

Ese mensaje no solo anuncia. Convoca. Convoca al alma a trascender, a grabar su paso por esta tierra con propósito y sentido.

Porque si algo sabe Don Rodolfo, es que la voz es un instrumento del alma…

y el alma, cuando se entrega con sencillez, se hace inmortal.

Gracias, Don Rodolfo, por sellar con su estampa vocal cada historia que nace de mis manos.

Gracias por dignificar mi trabajo, por envolverlo en el fulgor de su legado,

con el sello de su respeto y la calidez de su amistad.

Que Dios prolongue su existencia y ensanche su herencia sonora,

como faro vivo de autenticidad.

“Una Voz que Organiza: Elvin Rodríguez y la Dignificación del Oficio Locutoril”

Por Cesáreo Silvestre Peguero 


En tiempos en que las voces se multiplican, pero el eco del compromiso escasea, surge Elvin Manuel Rodríguez Lajara, no solo como locutor ni solo como abogado,

sino como un servidor con la firme intención de honrar y levantar la dignidad del oficio locutoril.

Hijo de los humildes y esforzados: Belkis Esther Lajara Matos, enfermera y trabajadora doméstica, y don Manuel Rafael Rodríguez Mejía recordado como “Juan el Mellizo” chofer público en los años setenta, ochenta y noventa. De ese linaje brotó un hombre que no olvida de dónde viene, y que sabe hacia dónde quiere conducir a los suyos: al orden, al respeto y al crecimiento colectivo.

Desde los años noventa, Elvin Rodríguez ha sabido sostener con integridad el micrófono y la palabra. Se formó en la Escuela de Locución Justo Méndez en la capital, y complementó su voz con saber jurídico, egresando como abogado de la Universidad Central del Este en el año 2001, luego de transitar por instituciones académicas como el Colegio Adventista Juan Pablo Duarte, el Colegio Excelsior y el Colegio San Pedro Apóstol.

Ha sido musicalizador, animador, productor y conductor. Ha tenido espacios de opinión como Dialogando con Elvin Rodríguez, segmentos de análisis como los espacios de televisión Y Punto, y Axioma. Propuestas radiales como Viviendo los Hechos en Estéreo 98.7. Fundó su propia empresa de publicidad y entretenimiento, llevando alegría, ética y contenido a múltiples escenarios.

Pero ahora, su llamado es otro: servir al gremio, no con promesas vacías, sino con estructuras tangibles. Su aspiración a presidir la Asociación de Locutores de San Pedro de Macorís no se fundamenta en el deseo de figurar, sino en el deber de organizar. Porque Elvin entiende que un locutor sin respaldo institucional es una voz frágil en medio del ruido.

Propuesta de Planificación y Humanización del Gremio Locutoril

1. Institucionalización plena: Creación de una oficina funcional con departamentos claramente delimitados: jurídico, social, financiero, deportivo, recursos humanos y médico. No solo un espacio físico, sino una casa de gestión para cada miembro.

2. Estudio de grabación gremial: Un lugar equipado para que los locutores puedan grabar sus proyectos pagando una cuota simbólica, garantizando calidad y sostenibilidad.

3. Afiliación financiera segura: Inclusión de locutores en cooperativas de ahorro y crédito para fomentar estabilidad económica y crecimiento personal.

4. Fondo de asistencia solidaria: Ayuda concreta en momentos de enfermedad, accidente o calamidad. Porque la hermandad se demuestra en los días oscuros.

5. Comisión jurídica especializada: Abogados al servicio del gremio, para proteger la integridad profesional de quienes viven de su voz y su presencia.

6. Plan funerario colectivo: Porque morir con dignidad también es parte de vivir con respeto. Inclusión en planes funerarios familiares accesibles y confiables.

7. Carnetización nacional: Regularización y validación profesional de los locutores que nunca han sido formalmente acreditados o tienen documentos vencidos.

8. Recreación familiar institucional: Afiliación en clubes familiares para que el descanso, el esparcimiento y la cultura también sean parte del bienestar del gremio.

9. Proyección deportiva para los hijos de locutores: Equipos infantiles que fomenten la unidad familiar, el orgullo gremial y la sana competencia.

Elvin Rodríguez no busca presidir, sino ordenar, dignificar y servir. Sabe que una Asociación no es un logo ni una lista de nombres, sino un cuerpo vivo, al que hay que cuidar, fortalecer y representar.

Elvin no eleva la voz para imponerse, sino para organizarla.

Y cuando una voz se organiza… deja de ser eco y se convierte en fuerza.

Sinencia Mieses: La Voz que Pone Énfasis con Dignidad

Por Cesáreo Silvestre Peguero 


En el universo vibrante de la comunicación dominicana, donde la palabra es puente y la voz es faro, Sinencia Mieses se alza con poderío singular: su voz es una llama firme, enfática y sin titubeos, pero siempre medida con el pulso de la cordura. No irrumpe, sino que afirma; no vocifera, sino que enuncia con dignidad.


Es abogada, comunicadora, maestra de ceremonias, estratega de relaciones públicas y portadora de una sonrisa que no se vende: se ofrece.

Desde San Pedro de Macorís, su palabra llega con el ritmo vibrante del mediodía en la 98.7 FM, en su emblemático programa "Sinencia al Mediodía", donde informa, denuncia, orienta y edifica con responsabilidad y gallardía. Su estilo no se camufla ni se adorna: va directo al núcleo del tema, con fuerza, sin estridencia. Tiene el don de subrayar con su tono lo que otros apenas susurran por temor o indiferencia.

Más allá del micrófono radial, su presencia se extiende en los caminos digitales a través de su canal "Sinencia TVRadio" y su serie "Pasajera por la vida", una entrega que es espejo de su visión profunda y reflexiva: saberse caminante, saberse pasajera, pero dejar huella con cada paso. Habla desde lo cotidiano con conciencia de eternidad, como quien sabe que hay palabras que no se olvidan nunca.

Formada en Derecho en la Universidad Central del Este (UCE), su vida jurídica se entrelaza con su vocación comunicacional. No ha puesto la ley por encima del alma, ni el alma por encima de la razón: ha sabido conjugar ambas dimensiones, defendiendo lo justo con argumento, pero también con humanidad. En cada emisión, su voz es juez de la verdad, pero también es madre del respeto.

Fue productora de televisión durante años en el canal TV 43, dejando una estela de profesionalismo detrás de cámara. Hoy, como maestra de ceremonias y gestora de relaciones públicas, es referente de clase, sobriedad y eficiencia. No solo representa: honra con su trato. No solo asiste: construye.

Aunque aspiró a presidir la Asociación de Locutores de San Pedro de Macorís, su espíritu no se ha apartado de ese norte. Su capacidad de emprendimiento, su creatividad y su vocación de servicio aún la hacen una figura idónea para liderar. La plaza que no ha ocupado formalmente, la honra con sus hechos cotidianos.

Fue también candidata a regidora, reflejando su deseo de incidir en lo social desde la estructura pública. Pero más allá de los cargos, su auténtico rol es el de ser voz de los que no tienen eco, canal de los que buscan orientación, y estandarte de la dignidad femenina en la comunicación.

Sinencia Mieses no busca aplausos; busca impacto. Y lo logra. Con palabra precisa, corazón encendido y mente serena, sigue construyendo desde la radio, desde las redes y desde su ejemplo. Porque cuando habla, no solo se escucha: se siente. Mi admiración para esta dama de la comunicación.

Eduardo Santana, "Santanita": La Voz que se Hace Leyenda

Por Cesáreo Silvestre Peguero

En el vasto escenario sonoro de la radiodifusión dominicana, hay voces que pasan… y hay voces que permanecen. La de Eduardo Santana, conocido por todos como “Santanita”, no solo permanece: se impone como emblema sonoro de varias generaciones que aprendieron a distinguir la palabra bien dicha, la pausa precisa y el respeto por el oyente.

No es solo un locutor. Es y sigue siendo una brújula auditiva, un símbolo de sobriedad, de carácter, de elegancia en el decir. Su voz no se impone por volumen, sino por presencia; no por estridencia, sino por su tono sereno y convincente.

Su andar profesional comienza en las cabinas de Radio Reloj Nacional, donde el tiempo se decía en voz alta y la noticia caminaba con urgencia. Allí, motivado por su maestro Juan Nova Ramírez, Santana da sus primeros pasos leyendo noticias, sembrando lo que más tarde sería un jardín de respeto profesional. Luego pasa por Radio Disco, donde afianza su estilo sobrio y confiable, elevando el estándar de la narración radial.

La televisión, atenta siempre a las voces auténticas, pronto lo reclama. En Raintel (Canal 7) y Teleradio Noticias, su voz en off se convierte en pilar sonoro de los noticiarios. También Color Visión se enriquece con su talento, siendo su timbre el hilo invisible que entreteje los contenidos al corazón del espectador.

El punto cumbre de su carrera aunque su trayectoria está colmada de grandes momentos llega con su participación en el inolvidable Noticiero Popular, dirigido por el legendario Rafael Corporán de los Santos. Fue este ícono de la comunicación quien, con afecto y visión, lo bautiza como “Santanita”. Un apodo que no disminuye, sino que humaniza y eterniza. Desde entonces, su voz queda grabada en la memoria nacional como la de un amigo fiel que informa, orienta y acompaña.

Versátil y siempre vigente, Santana va más allá del ámbito noticioso. Es la voz oficial de marcas como Banco Baninter y Don Ron Vinícolas del Norte, prestando su sello vocal a campañas institucionales con sobriedad y credibilidad. Su tono representa respeto, confianza, identidad.

También es muy solicitado en el mundo del espectáculo. Eventos, promociones, lanzamientos artísticos... todos buscan su timbre porque no solo comunica, conecta. Su voz tiene ese poder único de hacer cercana la grandeza y dar prestigio a lo simple.

Sus méritos han sido reconocidos públicamente. Ha recibido el Gran Premio Nacional del Locutor, un galardón reservado para quienes transforman el micrófono en escuela de ética profesional. Y ha sido exaltado como “Estrella por Siempre” por el programa Pégate y Gana con El Pachá, reconociendo así su permanencia en el corazón popular.

En tiempos donde el ruido parece opacar el contenido, la figura de Eduardo Santana resplandece como faro de claridad, temple y excelencia. Su legado no solo vive en su voz: vive en quienes lo escuchan y aprenden del ejemplo que irradia.

Guardo con profundo aprecio grabaciones suyas promocionando mi periódico El Informe del Este..! Fue un gesto generoso, humilde y fraterno que reveló más que profesionalismo: mostró el hombre bueno y noble que habita detrás de la voz.

Santanita brilla desde Santo Domingo con luz propia, no porque haya buscado los reflectores, sino porque la calidad se impone sin alardes. Su historia no termina… sigue escribiéndose cada vez que su voz se escucha, con la misma fuerza, con la misma dignidad, con la misma verdad.

Kenneth Justiniano: Voz de Herencia, Tiempo y Propósito

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Periodista, productor y servidor del tiempo presente

En la geografía sonora de San Pedro de Macorís, donde la radio no es solo una frecuencia que viaja por el aire, sino una vibración que forma parte del alma colectiva, se alza una voz que ha resistido el paso de las modas, los silencios y el olvido. 

Esa voz es la de Kenneth Justiniano, un comunicador que ha edificado su carrera sobre fundamentos sólidos: la herencia, el carácter y el compromiso.

Hijo del inmortal Gregorio Justiniano, uno de los grandes patriarcas del micrófono petromacorisano, Kenneth heredó algo más que una voz: heredó una responsabilidad. Y la ha asumido con el respeto de quien entiende que hablar ante un pueblo es también responder por sus ideas, sus emociones y su destino cultural.

Su formación como locutor se forjó junto al maestro Leo Martínez, abogado y comunicador de pensamiento elevado, creador del recordado programa Milenio Caliente. Fue bajo su instrucción que Kenneth aprendió que un micrófono no es un juguete ni un simple instrumento, sino un púlpito de conciencia, un espacio sagrado desde donde se edifica o se derriba. Allí aprendió que comunicar no es hablar mucho, sino decir lo justo; no es exhibirse, sino edificarse.

Su carrera profesional inició a principios de la década de los 80, en Radio Mar 1060 AM, dirigida por el fenecido empresario Danilo Aguiló. Aquel primer contacto con la radio fue el despertar de una vocación que no se apagó con el tiempo, sino que maduró en disciplina. Poco después se integró a Radio FM 103, emisora a la que ha permanecido fiel.

Hoy día, es conductor del programa “Rayos X”, espacio que comparte con el talentoso Junior Santana, voz culta y estructurada, quien también conduce el programa musical “Éxitos… Solo Éxitos”. Su voz, su tono, su sentido crítico, elevan cada segmento de estos espacios con contenido.

Además, es el conductor principal del programa matutino “La Familia 103”, compartiendo micrófono con figuras de alto nivel profesional y humano como el Dr. Rudy Bonaparte, el maestro Ramón Perdomo, Hugo Sesión, Blanca Martínez, el Dr. José Dunker y el reconocido cronista deportivo y productor de televisión José Ramón Rivera. En ese espacio, se entrelazan el análisis, la orientación familiar, el pensamiento crítico y el servicio comunitario.

Como director de programación y productor general de FM 103.5, Kenneth Justiniano no solo habla en la emisora, la piensa, la diseña, la dirige. Cada decisión programática que toma lleva su huella: una mezcla de experiencia, sensibilidad y amor por la audiencia.

Su voz ha sido firma comercial de respeto, y su función como relacionista público de las hiper tiendas Zaglul ratifica su versatilidad. Pero más allá de sus cargos y contratos, lo que verdaderamente lo distingue es su capacidad de comunicar con inteligencia emocional, con profundidad humana y con autoridad moral. No levanta la voz para imponerse: la modela para convencer.

El Micrófono de Oro, otorgado por el Círculo de Locutores Dominicanos, no es un simple galardón simbólico, sino la validación pública de una vida dedicada al bien decir y al buen servir. Es un premio que honra no solo una carrera, sino una actitud, una postura ética frente al oficio.

Kenneth Justiniano es, en esencia, un hombre de radio con alma de servidor. Una voz que honra su apellido, su formación y su ciudad. Un profesional sin estridencias, pero con firmeza. Un comunicador que no compite con mezquindades ni busca brillar apagando a otros, porque su luz proviene de la coherencia entre lo que dice y lo que vive.

Que el Señor le guarde, le use y le prolongue los años, como guía para quienes aún creen que el micrófono es una herramienta de verdad y de edificación.

A un lado la mezquindad: no se puede obviar su 

martes, 8 de julio de 2025

DOCUMENTALES en producción Cesáreo Silvestre

Escrito por Cesáreo Silvestre Peguero

Trece años despertando conciencia.
Desde aquel año 2012, la voz y la mirada de Cesáreo Silvestre se
convirtieron en antorchas encendidas frente a la oscuridad de la historia petromacorisana. Con el alma en la mano y la cámara como instrumento de revelación, ha sabido darle rostro, voz y dignidad a todo aquello que el tiempo, la indiferencia y el olvido pretendían enterrar. Su lente no se limita a grabar: redime. Su verbo no narra: despierta.
Las obras de Cesáreo no son reportajes ni archivos. Son plegarias filmadas. Son actos de fe cultural. Testimonios que viajan desde la entraña del pueblo hasta el rincón más íntimo de la conciencia. Cada documental es una semilla de memoria sembrada en la tierra viva del presente. Son palabras con rostro. Imágenes con alma. Instantes que se transforman en eternidad.
Ha ejercido su vocación como el sembrador que, sin esperar recompensa, cultiva en silencio. Sin el más mínimo apoyo económico del Estado, ha seguido caminando con fe. Ha documentado sin descanso, narrando desde los márgenes, iluminando las grietas, elevando lo pequeño, tocando lo invisible.
Rescató las notas de amargue de Marino Pérez y la melancolía poética de Ramón Torres. Dio rostro eterno a las voces silenciadas de Leo Martínez y Luis Manuel Medina, que aún claman desde lo más hondo del silencio. Fue eco fiel del compromiso sindical de José Blanche, y testigo de la serenidad mística de Fray Máximo Rodríguez, sembrador de fe en tierras áridas.
Volvió sus ojos al alma olvidada del municipio Ramón Santana, dignificando su historia tejida de ausencias. Lloró con la tragedia de un evangelista que murió por descuido, y expuso la llaga abierta del aborto adolescente, aún sangrante en el alma de nuestra sociedad. Documentó el vaivén del azúcar, esa industria que endulzó los días y sostuvo la economía con sudor y dignidad. Hizo visible la filantropía firme de Sonia Iris Reyes, capaz de ser ternura con carácter, y exaltó la vocación heroica del coronel Víctor Avelino, cuyo servicio fue entrega hasta el último aliento.
Cada uno de sus títulos ha sido una vela encendida en medio del viento. Una ofrenda a la memoria. Una carta abierta al futuro. Porque cuando un pueblo recoge su alma en imágenes verdaderas, deja de ser recuerdo: se convierte en raíz.

Desde 1993, su pluma escribe con propósito. Desde el 2012, su cámara ha sido espejo, lámpara y testigo de lo que somos. Trece años después, sus documentales y libros siguen siendo faros de conciencia en medio de una niebla cultural que amenaza con adormecer nuestra identidad.

Por eso San Pedro de Macorís no solo recuerda… se honra a sí mismo.

Hoy, mientras da los toques finales a El Refugio de los Dignos, un canto visual a la vida y la dignidad de los envejecientes de la Residencia Geriátrica Dr. Carl Th. Georg, Cesáreo reafirma su vocación con diez nuevas obras en proceso. Cada una dirigida a tocar lo más profundo del tejido social. Donde más duele. Donde más importa.

Su mirada se posa en la realidad desvalida de la niñez.
En la urgencia vital de promover la lactancia materna.
En el esfuerzo silencioso del sordo-mudo dentro de la vida productiva.
En el auge implacable del cáncer y su huella social.
En la necesidad impostergable de cuidar la salud mental.
En las heridas abiertas por el deterioro ambiental.
En las causas profundas de los conflictos en la pareja.
En el grito ignorado de las adicciones.
En la descomposición juvenil y sus raíces ocultas.
Y en la cultura como columna vertebral del desarrollo nacional.

Estas no son simples ideas. Son compromisos. Son promesas.
Promesas de verdad. Promesas de justicia. Promesas de memoria.

Pero… ¿hasta cuándo esta carga de conciencia tendrá que sostenerse sin respaldo institucional? ¿Hasta cuándo el arte testimonial será llevado sobre hombros solitarios? ¿No es deber moral y legal del Estado, y especialmente del Ministerio de Cultura, respaldar con recursos y reconocimiento a quienes elevan la dignidad del pueblo a través del arte?
Mientras exista una cámara que busque lo justo,
una pluma que abrace lo humano,
y un corazón que no se canse de contar lo que otros esconden,
la conciencia no dormirá del todo.

Gracias al trabajo incansable de Cesáreo Silvestre,
San Pedro de Macorís seguirá despertando.
No por nostalgia, sino por identidad.
No por costumbre, sino por justicia.
Una historia a la vez.

domingo, 29 de junio de 2025

POEMARIO VERSOS LIBRES, POR CESAREO SILVESTRE

 


La portada de Versos Libres no solo ilustra su contenido poético, sino que invita al lector a una interpretación libre, personal y filosófica. El diseño, obra del publicista Luis Manuel García, nace de una profunda reflexión estética y cultural que traduce los sentimientos del autor en colores y formas simbólicas.

El rostro del autor aparece con un candado en los labios, imagen que representa la represión emocional y creativa. En la contra-portada, ese candado ha sido roto, simbolizando la libertad conquistada mediante la poesía. El moho en la imagen refleja el paso del tiempo y el peso de los sentimientos callados, mientras el verdor sugiere esperanza viva.

Los colores utilizados tienen carga simbólica: el azul evoca serenidad intelectual; el blanco, pureza; el negro, introspección y orden; el amarillo, alegría y expresión mental; el turquesa, equilibrio emocional.

Esta obra visual y literaria es una invitación a ser no solo espectador, sino partícipe activo del mensaje de libertad y autenticidad que encierra cada verso.



Autoría de Cesáreo Silvestre Peguero

libro PERIODISMO CON SENTIDO

 


Escrito por Cesáreo Silvestre Peguero
 

Reúne los cinco sentidos humanos vista, oído, olfato, gusto y tacto como símbolos de un ejercicio periodístico integral, guiado por el sentido común. Refleja un periodismo con propósito, conciencia, razón de ser y vocación de servicio.

Esta pintura es autoría del artista plástico Ramón De La Rosa (Momón).

sábado, 28 de junio de 2025

Los Documentales de Cesáreo Silvestre

Trece años despertando conciencia

Desde aquel año 2012, la voz y la mirada de Cesáreo Silvestre se convirtieron en antorchas encendidas frente a la oscuridad de la historia petromacorisana. Con el alma en la mano y la cámara como instrumento de revelación, ha sabido darle rostro, voz y dignidad a todo aquello que el tiempo, la indiferencia y el olvido pretendían enterrar. Su lente no se limita a grabar: redime. Su verbo no narra: despierta.



Las obras de Cesáreo no son reportajes ni archivos. Son plegarias filmadas. Son actos de fe cultural. Testimonios que viajan desde la entraña del pueblo hasta el rincón más íntimo de la conciencia. Cada documental es una semilla de memoria sembrada en la tierra viva del presente. Son palabras con rostro. Imágenes con alma. Instantes que se transforman en eternidad.

Ha ejercido su vocación como el sembrador que, sin esperar recompensa, cultiva en silencio. Sin el más mínimo apoyo económico del Estado, ha seguido caminando con fe. Ha documentado sin descanso, narrando desde los márgenes, iluminando las grietas, elevando lo pequeño, tocando lo invisible.


Rescató las notas de amargue de Marino Pérez y la melancolía poética de Ramón Torres. Dio rostro eterno a las voces silenciadas de Leo Martínez y Luis Manuel Medina, que aún claman desde lo más hondo del silencio. Fue eco fiel del compromiso sindical de José Blanche, y testigo de la serenidad mística de Fray Máximo Rodríguez, sembrador de fe en tierras áridas.

Volvió sus ojos al alma olvidada del municipio Ramón Santana, dignificando su historia tejida de ausencias. Lloró con la tragedia de un evangelista que murió por descuido, y expuso la llaga abierta del aborto adolescente, aún sangrante en el alma de nuestra sociedad. Documentó el vaivén del azúcar, esa industria que endulzó los días y sostuvo la economía con sudor y dignidad. Hizo visible la filantropía firme de Sonia Iris Reyes, capaz de ser ternura con carácter, y exaltó la vocación heroica del coronel Víctor Avelino, cuyo servicio fue entrega hasta el último aliento.

Cada uno de sus títulos ha sido una vela encendida en medio del viento. Una ofrenda a la memoria. Una carta abierta al futuro. Porque cuando un pueblo recoge su alma en imágenes verdaderas, deja de ser recuerdo: se convierte en raíz.
Desde 1993, su pluma escribe con propósito. Desde el 2012, su cámara ha sido espejo, lámpara y testigo de lo que somos. Trece años después, sus documentales y libros siguen siendo faros de conciencia en medio de una niebla cultural que amenaza con adormecer nuestra identidad.

Por eso San Pedro de Macorís no solo recuerda… se honra a sí mismo.
Hoy, mientras da los toques finales a El Refugio de los Dignos, un canto visual a la vida y la dignidad de los envejecientes de la Residencia Geriátrica Dr. Carl Th. Georg, Cesáreo reafirma su vocación con diez nuevas obras en proceso. Cada una dirigida a tocar lo más profundo del tejido social. Donde más duele. Donde más importa.

Su mirada se posa en la realidad desvalida de la niñez.
En la urgencia vital de promover la lactancia materna.
En el esfuerzo silencioso del sordo-mudo dentro de la vida productiva.
En el auge implacable del cáncer y su huella social.
En la necesidad impostergable de cuidar la salud mental.
En las heridas abiertas por el deterioro ambiental.
En las causas profundas de los conflictos en la pareja.
En el grito ignorado de las adicciones.
En la descomposición juvenil y sus raíces ocultas.
Y en la cultura como columna vertebral del desarrollo nacional.

Estas no son simples ideas. Son compromisos. Son promesas.
Promesas de verdad. Promesas de justicia. Promesas de memoria.
Pero… ¿hasta cuándo esta carga de conciencia tendrá que sostenerse sin respaldo institucional? ¿Hasta cuándo el arte testimonial será llevado sobre hombros solitarios? ¿No es deber moral y legal del Estado, y especialmente del Ministerio de Cultura, respaldar con recursos y reconocimiento a quienes elevan la dignidad del pueblo a través del arte?



Mientras exista una cámara que busque lo justo,
una pluma que abrace lo humano,
y un corazón que no se canse de contar lo que otros esconden,
la conciencia no dormirá del todo.


Gracias al trabajo incansable de Cesáreo Silvestre,
San Pedro de Macorís seguirá despertando.
No por nostalgia, sino por identidad.
No por costumbre, sino por justicia.
Una historia a la vez.

Los que gritan, pero no edifican

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Actuar con grosería no es solo arrebatar comida en la mesa. Es creerse dueño de todo, exigir lo que no se ha ganado, silenciar al que crece, y aplastar al que brilla. En San Pedro de Macorís, esta actitud se ha adueñado de algunos micrófonos y redacciones, transformando el noble ejercicio de la comunicación en una selva de vanidades y bloqueos.

Un núcleo reducido de comunicadores, arrogantes y aferrados a viejos privilegios, pretende monopolizar el espectro periodístico local. Desde cabinas, pasillos empresariales y espacios públicos, han formado una élite rancia que impone barreras a quienes desean ejercer con ética y vocación.

Muchos talentos locales han emigrado a Santo Domingo o al extranjero, no por falta de capacidad, sino por el sabotaje sistemático de estos “guardianes del aire”, quienes controlan las relaciones públicas de empresas y solo reparten publicidad a sus aliados o a quienes estén dispuestos a pagar comisiones por debajo. No comparten; acaparan. No celebran el ascenso de otros; lo sabotean. No construyen; destruyen.

Han llenado el camino de espinas y de alambres de púas. Ven el talento ajeno como una amenaza. El derecho de los demás a crecer les provoca ira. Son figuras públicas con actitudes de bestias hambrientas, dispuestas a morder la dignidad de los demás por una cuota de poder.

Y lo más triste no es su proceder, sino la pasividad de los buenos. Muchos comunicadores éticos, serios y de principios se mantienen al margen, temerosos o resignados, callando frente a las injusticias. Su silencio es preocupante, su neutralidad, cómplice. Ante un escenario de manipulación y exclusión, callar es renunciar al deber moral de corregir.

Estos seudo periodistas son asesinos de ideales. Su pensamiento es débil, su conducta incoherente, su convicción cambiante. Se han divorciado de los valores que ennoblecen la profesión: la verdad, la honestidad, el respeto y la solidaridad. Han convertido el micrófono en un arma de exclusión, y la pluma en un instrumento de revancha.

Se está perdiendo el pudor. Lo vulgar se normaliza. La difamación se convierte en herramienta de competencia. En este ambiente, la solidaridad no germina. El respeto se desvanece. La colaboración desaparece. Y el periodismo se degrada.

La rivalidad por mezquindad es hoy una triste realidad. Muchos comunicadores, carentes de contenido, ambicionan notoriedad sin mérito, y buscan despertar envidia sin causa. Se aferran al poder no para servir, sino para justificar su permanencia a costa del mérito ajeno.

Jean-François Revel advertía: “Nunca ha sido tan abundante la información… y nunca tanta la ignorancia.” Hoy abundan los “informados” sin profundidad, inflados de una superficialidad que solo sirve para hacer ruido. Se han vuelto plásticos desechables, útiles para el espectáculo, pero sin peso para la historia.

Estos actores del escenario mediático deben hacer introspección. Urge que miren hacia adentro y reconozcan la miseria ética en la que han caído. Que reemplacen su actuar avasallante por una conducta humana, noble, elevada. Que entiendan, como dijo Enrique Rojas, que el hombre es libre porque puede elevarse sobre sus instintos más primarios, y elegir lo mejor, lo noble, lo verdadero.

La libertad no es hacer lo que se quiere, sino aspirar a lo que se debe.

“Muchas veces el éxito de los malos tiene como base la indiferencia de los buenos.” No podemos seguir siendo indiferentes. Es momento de fustigar, de cuestionar, de despertar.

La comunicación no puede seguir siendo un terreno para el odio, sino un espacio para fundar. Porque como dijo José Martí: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen.”

viernes, 27 de junio de 2025

Un faro de sabiduría en Quisqueya


Por Cesáreo Silvestre Peguero 

En el corazón del municipio de Quisqueya florece un ser humano cuya esencia es patrimonio de los valores, la sensatez y la virtud. Un comunicador de viejo linaje y espíritu joven, que no necesita halagos para resplandecer, porque su presencia misma serena y luminosalo dice todo. Es de esos seres que no pasan inadvertidos, que no gritan para ser oídos, pero cuyas palabras tienen el peso de la verdad y el aroma de la cultura. Hombre de ideas claras, de verbo preciso y alma cultivada en los surcos del conocimiento.

Consagrado desde siempre a la lectura esa amiga silenciosa que enriquece y edifica, ha sabido cultivar una personalidad definida, con principios firmes como el cedro y con una autenticidad que no se negocia. No habla mentira, no presume, no simula. Es, sencillamente, como el agua limpia: transparente y necesaria. Su puntualidad con los compromisos es reflejo de su respeto por el otro, y su actitud solidaria, una muestra constante de su nobleza.

No es solo comunicador. Es maestro, es guía, es memoria viva. Su multifacética personalidad le permite navegar con destreza en los mares del pensamiento, la ética y la buena educación. En tiempos donde lo superficial pretende imponerse, él apuesta por la profundidad; en medio del ruido, él siembra el silencio reflexivo que construye. Y lo hace sin estridencias, con la humildad de los sabios que ya no tienen nada que probar, pero mucho que ofrecer.

Como amigo, es selecto y leal; como profesional, es íntegro y firme. Su voz no se alquila, ni su criterio se vende. Comunica con responsabilidad, escribe con convicción y enseña con el ejemplo. Es de esos comunicadores que no se pierden en la moda ni en las adulaciones, sino que permanecen como columnas silenciosas sosteniendo lo que muchos han dejado caer: la dignidad del oficio.

Sus escritos son piezas con vida propia. No hay en ellos retórica hueca ni lenguaje maquillado. Son reflexiones pensadas, críticas agudas, ideas hiladas con sabiduría. Exhibe carácter sin arrogancia y se adapta sin perder su esencia. Su pluma es como arado: va sembrando ideas, despertando conciencias, removiendo la tierra del pensamiento dormido.

Hablar de él es hablar de compromiso social. Escribir sobre él es rendir homenaje a quienes no han cedido ante la banalidad. Su historia debería enseñarse en las aulas, no solo por su trayectoria, sino por la manera en que ha sabido vivir. Porque este hombre mayor, con espíritu de joven, demuestra que se puede envejecer sin hacerse viejo, y que aún es posible ser luz en medio de tantas sombras.

Ojalá que la juventud mire hacia él no con admiración vacía, sino con el deseo de imitarle. Que descubran en su ejemplo una ruta para vivir con propósito. Porque, en un mundo sediento de referentes, Quisqueya tiene el suyo. Y su nombre, aunque aquí no lo digamos, ya resuena con respeto entre quienes saben reconocer la grandeza sin necesidad de aplausos.

Sergio Cedeño: el estratega que soñó con dignidad

Por Cesáreo Silvestre Peguero 

Lograr conquistas reales en la vida exige más que ambición: exige templanza, visión, disciplina…

Así ha caminado Sergio Antonio Cedeño De Jesús, hombre de verbo claro y manos limpias,

uno de los más laboriosos y visionarios síndicos que ha tenido San Pedro de Macorís.

Periodista, educador, escritor y politólogo, egresado de la UCE y formado en altos centros académicos de España, Venezuela, EE.UU. y América Latina.

Su vida no ha sido un salto, sino una escalera: peldaño a peldaño.

Catedrático, consultor internacional, charlista de organismos como

 Oriundo de Higüey, pero petromacorisano por entrega, desde muy joven asumió la educación, la cultura, la política y la comunicación como trincheras para servir.

 el IFE de México, el Tribunal Supremo del Perú y el Instituto Republicano de EE.UU.

Fue síndico en tiempos difíciles. Erradicó vertederos históricos, reconstruyó una ciudad devastada por el huracán Georges, unió barrios con puentes y gestionó espacios para el alma, como el panteón de los periodistas.

Como autor, ha sembrado ideas con tinta firme; y como legislador, impulsó leyes que defendieron el medioambiente, la libertad digital y el desarrollo regional.

Nunca se embriagó de poder, ni negó ayuda por banderías políticas.

Sergio es accesible, de mirada limpia y palabra ponderada.

Cree en la política sin odios, y en el desarrollo como causa común.

Quien lo conoce sabe que no ha llegado por accidente:

ha llegado por méritos, por servicio, y por convicción.

Que su legado nos inspire a construir, no a dividir.

A servir, no a brillar.

Porque el verdadero poder… es el que deja huella sin pisar a nadie.

Manuel Ureña: El Invicto de la Comunicación Social


Por Cesáreo Silvestre Peguero


En tiempos donde la verdad se alquila, donde muchos prefieren la comodidad del silencio, Manuel Ureña ha elegido el camino más difícil: la coherencia, la acción y el servicio.

No es boxeador, pero nunca ha perdido una batalla.

Sus victorias no están en el cuadrilátero, sino en el alma de los barrios, en los micrófonos honestos y en la gestión transparente.

Ha presidido con éxito la Asociación de Locutores de San Pedro de Macorís, la Unión de Juntas de Vecinos, lideró magistralmente el Sindicato de Trabajadores de la Prensa a nivel local (SPM). Es un escritor y gestor cultural con vocación de servicio.

Moca lo vio nacer, pero Macorís lo adoptó con gratitud. Aquí ha sembrado más que muchos nativos. Su liderazgo no nació en oficinas ni en cafés de intelectuales, sino entre las calles polvorientas, los reclamos justos y los micrófonos responsables.

Como presidente de la Asociación de Locutores logró lo nunca visto: más de 135 exámenes realizados en Macorís por la Comisión de Espectáculos Públicos, un récord en carnetización y una institucionalidad reformada.

En la Unión de Juntas de Vecinos, multiplicó por diez las entidades activas, la unificó. No dirige desde el escritorio: camina, escucha, gestiona. Su estilo directo ha incomodado a quienes prefieren

la prensa muda y los periodistas domesticados. Él prefiere el corazón a la diplomacia tibia. Por eso ha sido amenazado, empujado por policías, silenciado por intereses, pero nunca doblegado.

“El éxito es la constancia del trabajo”, repite con convicción. Cree en una comunicación que denuncia con pruebas y que ofrece soluciones viables. No ha llegado a la cima por suerte, sino por entrega, lucha y carácter. Este sábado 28 de junio, a partir de las 9:00 de la mañana,

en el salón principal del Edificio de Tecnología de la UASD, durante la Asamblea Nacional del Movimiento Marcelino Vega (MMV), los comunicadores del país tenemos una cita con la historia.

Es tiempo de poner al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) a alguien que lo dignifique, que lo encarne, que no hable de ética, sino que la viva. Ese alguien es Manuel Ureña.

Votemos por quien no ha claudicado. Por quien ha demostrado que la verticalidad aún es posible. Por quien ha hecho de su voz una herramienta de justicia. Por quien ha encendido esperanza en un gremio que clama por renovación.

¡Comunicador, no vendas tu voto!

Haz historia con tu conciencia.

Este sábado, vota por Manuel Ureña. Tu pluma lo merece, tu voz también.

El Maestro que Enseñó con el Alma

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Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay vidas que no hacen ruido, pero estremecen. Hombres cuya sola presencia es enseñanza…

y cuya palabra, aunque susurrada, cala más que el estruendo de multitudes.

Manuel Antonio Ozoria, maestro y comunicador, no necesitó aplausos ni titulares para construir su legado. Fue sembrador de conciencia en los surcos de la necesidad.

De temperamento sereno, su andar es como el río manso que, sin arrogancia, alimenta la tierra.

Su paciencia no es espera pasiva, sino sabiduría adquirida con propósitos.

Esa serenidad suya es fruto de la oración, de la lectura de Proverbios,

y de un alma que no se deja turbar por el escándalo del mundo.

Corría la década de los 70 cuando, con poco más que su vocación en los bolsillos,

se internó en el sector Barrio Blanco. Allí, bajo una enramada improvisada, sin pizarras ni sueldos,

enseñó a niños sin escuela, niños con hambre… hambre de pan, sí, pero más aún de palabra.

Ozoria no enseñaba por empleo, sino por llamado.

“Informar es fácil, educar es un sacerdocio”, suele decir con voz de profeta cansado,

pero aún encendido. Y ha vivido como tal: sacerdote del saber, apóstol de la formación cívica, testigo de que la vocación, cuando es verdadera, resiste el olvido, el desprecio y hasta la pobreza. Jamás fue un predicador desde el púlpito, pero sus actos son versículos vivos.

Camina la vida como un cristiano sin micrófono, pero con el Evangelio impregnado en sus gestos.

Como enseña Romano capítulo 5, verso seis, vivimos en un mundo caído, donde la inmoralidad y el desorden parecen ganar terreno.

Pero también es cierto que un solo maestro íntegro,

puede encender cien lámparas en medio de las tinieblas.


No acumuló bienes, pero ha edificado ciudadanos.

No buscó fama, pero su nombre vive en la memoria agradecida de sus alumnos.

Sueña todavía hoy con un medio de comunicación que eleve el pensamiento,

o un cargo público desde donde se pueda sembrar decencia, con justicia, con alma, sin politiquería ni demagogia.

Manuel Antonio Ozoria es más que un maestro.

Es una parábola viviente. Una brújula para los nuevos periodistas,

una cátedra andante para los educadores. Como comunicador ha informado sin doblez,

como docente ha tocado almas que ni el tiempo ni la muerte podrán borrar.

Enseñó con el alma… y eso, no se aprende en un aula. Eso se vive, se encarna, se respira…

Eso nace del temor a Dios y del amor al prójimo. Por eso, aunque no figure entre los grandes,

su historia como las de los justos será recordada.

Agustín Vega de la Rosa: el hombre que decidió convivir

Por Cesáreo Silvestre Peguero 

Desde siempre, los hombres han emigrado en busca de un mejor destino... Así lo hizo Agustín Antonio Vega de la Rosa, quien llegó desde Hato Mayor y echó raíces en San Pedro de Macorís, no solo para vivir, sino para convivir y aportar al alma de este pueblo.

Periodista por vocación, luchador por naturaleza, de verbo firme y causa noble. Un ser humano que ha sabido hacer suya cada batalla social, cada clamor ciudadano, cada causa justa, aún sin ser nativo de esta tierra.

Graduado en Comunicación Social en la UASD, con una historia marcada por la lucha estudiantil y la formación constante, su vida ha sido testimonio de compromiso, servicio y dignidad.

Dirigió espacios como El Fogón de la Mañana, fue corresponsal de medios nacionales, fundó el periódico Agro Este y dirigió el departamento de prensa del Grupo COC Radio. Su hoja de vida habla de principios, sacrificio y entrega.

Por sus aportes fue declarado Hijo Adoptivo de San Pedro de Macorís el día 6 de abril del año 2004. Honor bien merecido para un hombre que ha hecho más por esta tierra que muchos nacidos aquí.

Tras años sembrando palabras y verdad en Macorís del Mar, decidió regresar a Hato Mayor del Rey, su tierra natal… donde todo comenzó. Y allí continúa, como árbol que vuelve a su raíz, con la frente en alto y la conciencia limpia.

Que su vida nos inspire a ser ciudadanos de bien, más allá de nuestro origen.

Porque patria es el lugar donde uno decide servir con amor.

miércoles, 25 de junio de 2025

Félix Bernardo Ramírez Sepúlveda: La cultura hecha hombre


Por Cesáreo Silvestre Peguero 


Hay quienes transitan por la vida como visitantes, y hay quienes la habitan con alma de fuego, con esencia creadora, con voz que florece en cada espacio de la patria. Es cultura la forma de hacer arte que trasciende más allá del hábito, que se eleva por encima de la costumbre y se arraiga como savia en la memoria colectiva. Si esta definición tuviera carne, palabra y rostro, sin duda sería el de Félix Bernardo Ramírez Sepúlveda.

No solo se ha ligado a la cultura, él es cultura. No solo la representa, la encarna. En su forma de andar, en su verbo pausado y firme, en sus versos sembrados de dignidad, hay una digna manifestación del alma dominicana. Félix no ha vivido de la cultura: ha vivido por la cultura.

En San Pedro de Macorís, ciudad que tantas veces parió poetas, músicos y visionarios, su figura debería alzarse con más gratitud. Sin embargo, aún no se le ha otorgado la connotación que merece este consagrado intelectual, este sembrador de belleza, este forjador de identidad.

Félix es símbolo. Es referente. Es uno de esos hombres de consulta cuya voz se escucha con respeto. Cada conversación con él es un diálogo con la historia, con la canción, con la filosofía y con la ternura de lo cotidiano. Su mente prodigiosa no es altanera ni esquiva: es abierta, solidaria, receptiva. Un manantial de sabiduría que fluye con humildad.

Autor del primer libro de canciones escrito y publicado por un cantautor dominicano, Amor de Callejón y Otras Canciones, su pluma canta como el ruiseñor de las madrugadas. Ha sido gestor cultural, cantautor, escritor, poeta, novelista. Fundador de la Casa de la Cultura de San Pedro de Macorís. Productor de radio y televisión. Un creador sin pausa, sin alarde, sin ruidos innecesarios… pero con una profundidad que conmueve y educa.

Félix nació en Macorís del Mar, un 16 de enero del año 1955. Y desde entonces, ha dejado huellas imborrables en el tejido cultural dominicano. Su verbo es limpio. Su intelecto, vasto. Su misión, clara: sembrar conciencia donde haya olvido, sembrar belleza donde haya hastío, sembrar patria donde haya desencanto.

Escuchemos uno de sus versos, donde la vida se condensa y el alma se desnuda:

> La esperanza nunca muere, no debe morir jamás;

la mentira siempre es coja, no llega lejos… jamás.

La verdad que es como el sol, como el tiempo se impondrá;

el amor que no se calienta se muere de frialdad.

El cariño que se muere, el amor lo revivirá.

Por los siglos de los siglos el amor permanecerá.

Los zapatos que dejaste, otro pie los calzará;

el vestido que dejaste, otro cuerpo lo vestirá.

El destino que forjaste es tu destino no más.

Nunca es tarde, siempre hay tiempo para vivir de verdad.

Nunca es tarde, siempre hay tiempo para vivir con dignidad.

Con ese lenguaje de luz, debutó como cantautor en marzo del año 2000, en Casa de Teatro. En octubre de ese mismo año, llevó sus canciones al Centro Cultural de España y a varias provincias del país. Luego, en julio del 2003, su voz traspasó fronteras y llegó a Santiago de Cuba, donde interpretó su tema "Martí por encima del tiempo", dedicado al apóstol cubano José Martí. Fue su debut internacional, pero también fue una confirmación de su universalidad.

Es miembro de la Sociedad de Autores, Compositores y Editores Dominicanos de Música (SACEDOM), así como de la Sociedad Americana de Autores y Compositores, con sede en los Estados Unidos. Su nombre figura en la Antología de Poetas Petromacorisanos de Víctor Villegas, publicada en el año 1982.

Entre sus obras publicadas destaca su cancionero Amor de Callejón y Otras Canciones (1998). Y entre sus inéditos, esperan su hora de luz las obras: Cuando Reina el Amor (poesía), 50 Canciones de Amor, Vida y Esperanza (cancionero), y Viaje Permanente (poesía).

Félix Ramírez Sepúlveda es un hombre completo, sereno y esencial. Su voz y su obra nos enseñan que no todo está perdido, que aún hay tiempo como él mismo dice para vivir con dignidad. Representa la coherencia, la entrega y la visión de un artista que ha sabido poner su talento al servicio del alma nacional.

Reconocerlo, enaltecerlo y valorarlo no es solo un acto de justicia, sino también un acto de gratitud.

Porque él es uno de los nuestros.

Y porque sin memoria… no hay cultura.

Florentino Durán: voz del Este, rostro de la verdad


Por Cesáreo Silvestre Peguero


El Este de la República Dominicana, tierra de historia, caña, brisa y sol, tiene en Florentino Durán uno de sus hijos más ilustres, un estandarte viviente cuya trayectoria honra a su región. Su nombre resuena como eco firme entre lomas y llanuras, pues lo que ha sembrado en décadas de trabajo, ha florecido en respeto, credibilidad y trascendencia. Él no es solo un periodista; es un símbolo que prevalece… un orgullo que no se apaga.

Desde los inicios, su voz templada y clara se alzó en los aires radiales como corresponsal consagrado. Cada palabra suya llevaba la carga de la verdad y la responsabilidad del deber. En las páginas del Listín Diario, ha dejado impresa una estela de profesionalismo, siendo testigo y narrador de los días que viven las provincias del Este. Su pluma ha sido digna, directa, sin arrebatos, pero con la fuerza de quien sabe que el periodismo es luz, no espectáculo.

Florentino es también pionero de la televisión seibana. Fundador, productor y visionario, elevó la voz del campo, del pueblo y de la cultura al formato televisivo. Desde La Romana, su presencia en el espacio que otrora fue el Show del Mediodía, y que hoy se denomina La Telerealidad, lo confirma como el rostro más genuino del Este en la pantalla nacional. No es figura decorativa: es voz de pueblo, rostro de lucha, palabra que representa.

Su vida profesional ha sido una ascensión constante, sin atajos, sin escándalos, con la constancia de quien se ha ganado cada peldaño. ACROARTE, entidad que agrupa a los artistas y cronistas más destacados del país, lo reconoce como miembro meritorio. Y es que su estampa no se alza desde la altivez, sino desde la sencillez; no desde la presunción, sino desde la coherencia de quien sirve, comunica y deja huella.

Es basta su experiencia. Su voz no improvisa, su verbo no titubea. El peso de su palabra viene del contenido que la sustenta, de la ética que le acompaña y de la verdad que le respalda. En un tiempo donde la información suele disfrazarse, Florentino Durán representa la diferencia: la pausa reflexiva, la mirada humana, la narración con alma. Su legado no es momentáneo, es permanente.

Florentino es más que un periodista; es un pedagogo del tiempo, un cronista del alma social. Su obra comunica, informa, educa y dignifica. Los que le conocen, saben de su entrega, su humildad, su don de gente. No anda en búsqueda de halagos, pero su caminar los provoca. La región Este, a través de él, se ve, se escucha, se respeta.

Por eso, sus aportes quedarán. Porque los frutos del compromiso no se marchitan. Y su nombre, escrito ya en la historia de la comunicación dominicana, es ejemplo vivo de que se puede ser grande sin ruido, firme sin soberbia, visible sin ostentación. Florentino Durán, alma del Este, honra del periodismo nacional.

martes, 24 de junio de 2025

Cuando la vejez habla… que la comunidad escuche

FUPECONSE

En una sociedad que idolatra la juventud y teme mirar de frente la vejez, un documental Audiovisual sobre los envejecientes no es solo un responsable enfoque  periodístico: es un deber moral, una lámpara encendida en el corazón del olvido. Tal es el propósito de la proyección audiovisual EL REFUGIO DE LOS DIGNOS, producción que trata sobre los envegecientes de la Residencia Geriátrica Doctor Carl Theodore Georg de San Pedro de Macorís, una obra reflexiva e histórica de profundo valor humano.

Este documental no solo revela la cotidianidad de nuestros mayores, sino que interpela la conciencia social: ¿qué hacemos por quienes ya lo dieron todo? ¿Por qué la indiferencia cuando son ellos el cimiento de lo que hoy disfrutamos?

1. Con este trabajo, se reconoce y dignifica la labor silente de quienes, pese a su fragilidad, aún nos dan lecciones de vida.

2. Se trata de despertar un eco en el seno familiar y un mensaje claro a aquellos que, con arrogancia, creen que nunca envejecerán.

3. Esta producción es también una exhortación a las autoridades para que aumenten su respaldo a estas instituciones de amparo. 

4. El documental abre sus puertas a la sociedad, mostrando con transparencia esa gestión, sus desafíos, su razón de ser.

5. Coloca en perspectiva el papel de este asilo como bastión del respeto y del compromiso con los más vulnerables.

6. Atraves de este audiovisual, se visualiza una sensibilidad dormida, casi extinta, hacia ese sector que muchos prefieren no mirar.

7. Y, finalmente, llama a la clase periodística a asumir su rol con altura, más allá del circo de la politiquería y el sensacionalismo.

Este proyecto no cuenta con el respaldo económico que merece. La clase empresarial, muchas veces tan activa en fiestas y campañas políticas, guarda silencio cuando se trata de aportar a obras como esta, que no generan “likes” fáciles ni titulares escandalosos. Se impone la mezquindad, incluso entre colegas que no apoyan lo que no nace de ellos.

Sin embargo, este documental está siendo gestado con sacrificio, ética y compromiso, por el periodista y escritor Cesáreo Silvestre Peguero, quien anombre de su prestigiosa  fundación PERIODISMO CON SENTIDO, asume el periodismo no como espectáculo, sino como ministerio de servicio.

A quienes aún creen en la nobleza de los grandes gestos, les exhortamos a respaldar esta producción. Porque un pueblo que no honra a sus viejos, está cavando su propia ruina. Y porque aún hay quienes, como Cesáreo, creen que informar es también sanar, dignificar y hacer memoria.

Apoyar este trabajo es respaldar la verdad, la sensibilidad, y el legado.

El productor audiovisual aún no ha precisado la fecha del rodaje filmico, pero próximamente se anunciará el día del estreno y el lugar donde se proyectará. https://youtu.be/ajSOYZ9DDvI?si=HlOy_zMkc-QT4dSp 

Contacto WhatsApp 809 517 1807

El morbo, ese verdugo de la verdad


Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay una sed extraña en el alma humana. No es la del conocimiento que edifica, ni la del pensamiento que ilumina, sino la del espectáculo que devora. En tiempos donde la información viaja más rápido que la conciencia, el morbo se ha hecho rey. Y reina sin pudor, sin freno, sin decoro.

El periodista que alguna vez fue centinela de la verdad, hoy muchas veces cede su pluma al sensacionalismo, vende titulares teñidos de sangre, y se arrodilla ante el altar de la audiencia fácil. El morbo informativo no es nuevo, pero su auge actual alarma: ha mutado en virus de alto alcance, camuflado entre la libertad de expresión y el derecho al entretenimiento.

Se prefiere mostrar el cuerpo inerte antes que el alma valiente. Se privilegia el escándalo de la farándula sobre el sacrificio del maestro rural. Las cámaras se apresuran a enfocar la lágrima, no la causa. La tragedia se convierte en “contenido viral”; el dolor ajeno, en mercancía desechable.

¿Dónde quedaron las historias que exalten la decencia, el esfuerzo honesto, la ternura silente de una madre soltera o la dignidad del que trabaja bajo el sol? ¿Acaso esas verdades ya no venden? ¿O es que hemos sido programados para rechazar lo que nos redime y abrazar lo que nos contamina?

Hay que decirlo sin temor: el morbo es el opio moderno. Entorpece la razón, anestesia la compasión, y acostumbra al ojo a ver sin ver, a mirar sin sentir. Nos hace consumidores pasivos de miserias ajenas, como si el alma no doliera.

El periodismo es el arte de buscar la verdad y ponerla sobre la mesa del pueblo. Esta hermosa labor no nació para prostituirse ante el morbo, sino para dignificar la realidad. No se alimenta de escándalos, sino de justicia. No se arrodilla ante los clics, sino ante la conciencia.

Es hora de resistir.

De escribir menos sobre cadáveres y más sobre los vivos que resisten con dignidad. De reportar menos sobre infidelidades de famosos y más sobre actos anónimos de amor. De entender que no todo lo que capta el lente merece ser publicado.

Porque no todo lo que se ve, edifica.

Y porque el verdadero periodismo no apunta hacia lo bajo, sino hacia lo alto. La ética es esencial en el quehacer periodístico. Cuando se ausenta el buen criterio la bajeza sobreabunda.

EL PODER DE LA CORTESÍA.


Por Cesáreo Silvestre Peguero 


La cortesía no es apenas un adorno del alma: es una flor que brota del corazón noble, un gesto que no se compra ni se finge. Quien es cortés no simplemente cumple con normas sociales, sino que ofrece un espejo de su interior: limpio, sereno, dispuesto a sembrar paz. En un mundo que a menudo se viste de prisa y de aspereza, ser cortés es como ofrecer sombra al caminante, agua al sediento o silencio al alma cansada.

Ser cortés no es debilidad; es dominio. Es tener fuerza para ceder el paso, sabiduría para no alzar la voz, virtud para escuchar. La cortesía no reclama protagonismo, pero siempre deja huella. Se recuerda un saludo amable, una palabra a tiempo, una mirada sin juicio, un “gracias” que no pide nada más. Es el idioma del alma educada, esa que aún sabe distinguir entre lo urgente y lo importante.

En cada acto cortés hay un soplo de gracia. Como la brisa que no se ve pero refresca, así es la cortesía: invisible muchas veces, pero determinante. Con ella se abren puertas, se suavizan tensiones, se elevan los encuentros humanos a un plano más alto. No necesita escenarios ni luces; basta un corazón dispuesto. Y quien la practica, sin buscarlo, se convierte en faro.

En la familia, la cortesía sostiene los puentes del cariño cotidiano. Un “por favor” al hijo, un “permiso” al cónyuge, un “disculpa” al padre, son ladrillos de convivencia que edifican respeto. Sin cortesía, la casa se convierte en campo de órdenes; con ella, en templo de afecto. Y cuando se practica desde la niñez, florece luego en todas las relaciones humanas.

También en lo público, la cortesía es luz. En el mercado, en la escuela, en la calle, en el templo, en la oficina. Una sociedad cortés se reconoce por su armonía silenciosa. El chofer que cede el paso, el joven que saluda al anciano, el funcionario que escucha con paciencia. No hay decreto que imponga la cortesía, porque brota del alma convencida de que cada prójimo merece dignidad.

Pero no olvidemos que la fuente verdadera de la cortesía está en Dios. El que ha sido alcanzado por Su gracia no puede tratar al otro con desdén. Como dice Romano capítulo 12, verso 10: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”. Esa es la raíz: el respeto nace del amor, y la cortesía es su primera flor.

Hoy, más que nunca, necesitamos rescatar la cortesía como un acto de rebeldía noble. En medio del ruido, del orgullo y del ego, seamos corteses como Jesús lo fue: manso, atento, firme pero dulce. Que nuestras palabras lleven paz, nuestros gestos consuelen, y nuestra presencia no hiera. Porque el alma que es cortés honra a su Creador, honra a su prójimo… y se honra a sí misma.