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Perfil del Autor: periodista y escritor Cesáreo Silvestre Peguero

EL DOCUMENTAL COMO MEMORIA Y VOZ Cesáreo Silvestre Peguero es un investigador, periodista y escritor dominicano cuya...

sábado, 9 de agosto de 2025

Voces silenciadas en la casa del pueblo

Por Cesáreo Silvestre Peguero

San Pedro de Macorís, República Dominicana

Participar en La Semanal con la Prensa, ese espacio encabezado cada lunes por el presidente Luis Abinader, no garantiza el derecho real a

interpelar al mandatario.

La escenografía es abierta, el discurso es democrático, pero el micrófono no es plural. La oportunidad de formular preguntas no es de todos…

Y peor aún: no se advierte participación significativa de comunicadores provenientes de las provincias.

Es legítimo esperar que quienes pregunten lo hagan con criterio, sin complacencias innecesarias. Pero rara vez se observa a un periodista cuestionar con firmeza desde una óptica distinta al oficialismo. Parecería que disentir es pecado, y cuestionar, un privilegio reservado.

En una República que se honra de ser libre, la disidencia debe florecer sin miedo.

No hablo de caos, hablo de voces con derecho, de miradas distintas que también construyen nación.

Confieso que me gustaría estar ahí, en ese encuentro con el presidente.

No por vanidad, sino por convicción.

Quisiera interpelar sobre mi Región Este, sobre lo que se esconde entre cañaverales, barrios invisibles y esperanzas que se desvanecen.

Pero eso parece imposible.

No soy adepto al partido oficialista, ni a ningún otro.

No sigo líneas.

No entrego mi voz.

Soy independiente.

Y trato de ser objetivo, aunque eso incomode.

Si en verdad se pensara en las provincias, no se limitaría el derecho a preguntar a un grupo de comunicadores de la capital, ni se repetirían rostros en un círculo que parece cerrado.

La palabra no puede ser monopolio.

La prensa no puede ser selectiva.

El pueblo no sólo vive en el Distrito Nacional.

Los gremios periodísticos del interior deberían exigir participación equitativa. Pero eso también parece lejano.

En demasiadas ocasiones, sus dirigentes han emergido del apadrinamiento de gobiernos que siempre han buscado controlar tanto al Colegio Dominicano de Periodistas como al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

Y así, bajo ese control, se reprime la crítica.

La gran prensa ha sido amordazada por todos los gobiernos.

No se honra al deber de cuestionar: se prefiere la comodidad de ser complacido.

Muchos prefieren la dádiva al deber.

Callan para recibir.

Asienten para no perder el patrocinio.

Y así, la prensa se convierte en cómplice silenciosa de lo que no se dice.

Aquí, en San Pedro de Macorís, si un comunicador no es parte del comité de base del partido oficialista, queda excluido de los anuncios del Estado.

Su medio, su página, su programa... no merecen ser tomados en cuenta.

Durante el pasado gobierno, los anuncios de INDOTEL llegaban sólo a medios afines.

Hoy, lo mismo ocurre con las promociones del Seguro BanReservas.

Es la misma práctica con distinto color.

¿Se está siendo excluyente?

Sin duda.

Después que un partido llega al poder, debería elevarse por encima de los favoritismos.

Las instituciones públicas no son propiedad de ningún partido.

Son de todos.

Y todos tenemos el mismo derecho de acceso a la comunicación, al espacio institucional, al trato justo.

Ojalá algo cambie.

Ojalá surja un movimiento periodístico con dignidad, sin genuflexiones, sin miedo, sin interés que lo silencie.

Un movimiento que reclame respeto para las voces del interior, para los medios que informan sin apadrinamiento, para los periodistas que todavía creen en la verdad.

Porque el sol debe alumbrar parejo.

Y la casa del pueblo no puede seguir cerrada a las voces del pueblo.

"San Pedro bajo las aguas del abandono"

Por Cesáreo Silvestre Peguero 


San Pedro de Macorís, tierra de historia y dignidad, se está pudriendo por dentro…

Y no es metáfora: es el hedor real de un sistema cloacal colapsado, que deja fluir aguas residuales como sentencia contra la  salud, contra el respeto a la ciudadanía.

Por sus calles no circula el progreso, sino corrientes contaminadas que arrastran la paciencia de un pueblo maltratado.

Esas aguas sucias no solo manchan el suelo; manchan la conciencia de los que, teniendo el deber de actuar, optaron por mirar hacia otro lado.

No es lluvia lo que inunda los barrios. Es la negligencia.

No es el tiempo lo que deteriora las calles. Es la indiferencia criminal de quienes gobiernan sin alma, sin empatía, sin compromiso.

¿Dónde están los que juraron servir?

¿Dónde están los funcionarios que se pavonean en campañas y ahora se esconden detrás de escritorios fríos?

Cada desborde es una afrenta.

Cada zanja llena de líquidos contaminados es un grito de auxilio.

Y cada silencio institucional es una complicidad que duele más que el barro.

San Pedro se ahoga en su propia desidia, y no hay cortina política que tape esta vergüenza.

Aquí no hay colores partidarios.

Aquí lo que hay es un pueblo respirando pestilencia, caminando entre enfermedades, viendo cómo sus niños crecen entre charcos de riesgo, mientras las autoridades juegan al olvido.

Hoy decimos basta.

Basta de discursos vacíos.

Basta de notas de prensa sin acciones.

Basta de dejar morir lentamente a una ciudad que lo ha dado todo por la historia del país.

Exigimos sin titubeos ni adornos al Gobierno Central, al Ayuntamiento Municipal, al Ministerio de Obras Públicas, a INAPA y a todas las instancias responsables:

Actúen con urgencia. Inviertan con dignidad. Limpien, construyan, reparen, mantengan.

No esperen otra tragedia sanitaria para reaccionar. No crucen los brazos mientras se derrama el alma de un pueblo por sus propias cloacas rotas.

Porque la contaminación no tiene ideología.

Porque la salud no puede esperar.

Y porque ningún funcionario podrá decir que no sabía…

cuando la peste ya se convirtió en el himno de nuestras calles.

“Del Gremio al Laberinto: el Colegio sin Norte” Cuando la división entierra la esencia y la ambición silencia la voz

Por Cesáreo Silvestre Peguero 


 El Colegio Dominicano de Periodistas, concebido como escudo de la verdad y voz colectiva de los profesionales de la comunicación, ha devenido en un laberinto de egos, intereses y luchas mezquinas.   Ya no se discute por principios, sino por cuotas de poder; ya no se alza la voz por causas, sino por cargos.

La unidad, que debió ser columna vertebral de su historia, yace quebrada.

Cada quien habla su propio idioma, arma su propia trinchera, y alimenta su propio círculo…

Mientras tanto, la esencia del gremio se diluye, se ahoga, se va perdiendo como tinta en el agua.

La ética, que debió ser brújula inquebrantable, ha sido arrinconada por la diplomacia del silencio.

Y el Colegio, en vez de ser bastión moral de la nación, se ha vuelto un escenario de desencuentros estériles y gestiones sin alma.

No se trata solo de quienes usurpan el oficio con títulos comprados, sino de quienes, teniendo los títulos, han dejado de ejercer la responsabilidad moral que lo acompaña.

No es solo la economía la que hace tambalear esta institución…

Es el corazón dividido, la visión fragmentada, el olvido del propósito.

Se ha perdido el sentido de cuerpo, de causa, de comunidad.

Y cuando un gremio se fractura por dentro, deja de ser referente para la sociedad.

El Colegio no morirá por falta de fondos, sino por falta de propósito.

Y no resucitará con elecciones ni discursos, sino con arrepentimiento, renovación y carácter.

Solo si volvemos a la unidad, al respeto mutuo y a la pasión por la verdad, podremos devolverle sentido a esta casa común.

Porque sin norte, cualquier camino es caos.

Y sin unidad, el periodista se convierte en eco sin fuerza, en voz que no construye…

En gremio que no trasciende.

¿Y dónde quedó la dignidad de los locutores?

Por Cesáreo Silvestre Peguero

San Pedro de Macorís, ese rincón que ha parido voces con alma de pueblo, acaba de presenciar una escena lamentable, indigna, y cargada de sombras. En el seno de la Asociación de Locutores, donde debió prevalecer el respeto, la decencia y la ética, se ha firmado sin tinta, pero con maniobras una de las páginas más vergonzosas de su historia reciente.

¿A qué altura puede llegar la ambición disfrazada de liderazgo? ¿Cuándo se volvió costumbre que los estatutos se doblen como ramas verdes al viento de conveniencia? ¿Qué autoridad moral les queda a quienes mutilan la democracia interna para prolongar su estancia en el poder como si se tratase de una herencia familiar? ¿Quién les dio licencia para jugar con la inteligencia y la paciencia de hombres y mujeres que han dedicado sus vidas a comunicar con dignidad?

El despotismo, viejo y maloliente como un ropaje desechado por los pueblos libres, se ha vestido de modernidad en la figura de un presidente que ha confundido representación con imposición. El nepotismo, primo hermano del abuso, ha extendido su manto sobre la recién celebrada asamblea, donde la voz de la conciencia fue callada con el látigo del quórum fabricado.

Nos convocaron con el disfraz de propuestas, pero en realidad solo querían testigos para su teatro. Nos llevaron como ovejas al matadero, sin permitirnos siquiera el derecho a levantar la voz.

Quienes se prestaron a este juego sucio, ¿duermen en paz? ¿Saben que la historia guarda registros silenciosos pero imborrables? ¿Qué le diremos a las nuevas generaciones de locutores cuando pregunten qué hicimos por defender la transparencia?

Es doloroso ver cómo algunos han hipotecado su conciencia por una cuota de poder momentáneo. Han confundido los micrófonos con cetros, y las asambleas con trincheras de oportunismo. Qué bajo han caído. Qué triste espectáculo nos han ofrecido los que, ayer, parecían dignos de admiración.

No se trata de rencor. Se trata de dignidad. De la necesidad imperiosa de no quedarnos callados cuando el derecho se convierte en capricho, cuando la ética es sustituida por el cálculo, y cuando los cargos se aferran como parásitos al cuerpo institucional.

A quienes violaron la confianza colectiva, les deseo que el gobierno los premie… si es eso lo que buscan. Pero que el pueblo, y en especial la conciencia gremial, los repudie con la memoria y la verdad.

Porque la voz que se respeta, no es la más fuerte, sino la más limpia.

Los muros invisibles de los derechos humanos

Por Cesáreo Silvestre Peguero


República Dominicana parece haberse convertido en el país con más comisiones de derechos humanos por kilómetro cuadrado, y sin embargo, paradójicamente, también en uno de los más sordos ante el clamor del pueblo. La noble causa de proteger la dignidad humana se ha fraccionado en silos, donde muchas de esas entidades que un día se levantaron como vigías de la justicia hoy operan como fortalezas cerradas, alejadas del alma popular, y temerosas de dejar que nuevos vientos oxigenen su misión.

Hay, según recuentos recientes, más de trece comisiones y organizaciones de derechos humanos actuando de manera paralela en nuestro suelo. Algunas llevan nombres resonantes, otras caminan en la sombra, pero muchas comparten una preocupante similitud: el hermetismo.

¿Qué sentido tiene multiplicar las siglas, si no se multiplica el compromiso? ¿Para qué sumar nombres y estructuras, si se resta transparencia y vocación? ¿A quién sirven estas entidades si no abren sus puertas a la juventud, a los barrios, a la voz indignada de los olvidados?

Cuestionar no es atacar, es despertar. Interpelar no es destruir, es intentar salvar lo que se desvía. La crítica sana es parte del oxígeno institucional. Y hoy, con tono solemne pero sin miramientos, se hace necesario llamar a una reflexión seria: ¿Estamos cuidando los derechos humanos o simplemente administrando su imagen?

¿Estamos renovando las directivas, o eternizando los liderazgos en tronos invisibles?

¿Estamos abriendo espacio al relevo, o temiendo que la sangre nueva revele las grietas?

La lucha por la dignidad del ser humano no puede ser propiedad privada, ni bastión cerrado, ni escenario para egos enclaustrados. Se trata de una cruzada ética, de servicio constante, de vigilancia sin horarios ni conveniencias.

Los pueblos no se redimen con siglas… sino con almas comprometidas.

Que las organizaciones de derechos humanos vuelvan a ser puentes, no muros. Que sus oficinas huelan a pueblo, no a olvido. Que las renovaciones no sean un tabú. Que sus líderes escuchen, integren, abran… antes que el tiempo los cierre.

viernes, 1 de agosto de 2025

Fundación celebra Código Penal sin tres causales y llama a su aplicación rigurosa


SAN PEDRO DE MACORÍS, 31 de julio del 2025.– El Senado de la República acogió este jueves el informe y las observaciones
remitidas por la Cámara de Diputados, y aprobó en única lectura la pieza legislativa que da origen al nuevo Código Penal de la República Dominicana, con 393 artículos, dejando atrás una normativa de 141 años de vigencia. 
La iniciativa, numerada como 00437, fue respaldada por 26 senadores, con un único voto en contra emitido por Antonio Taveras Guzmán (PRM-Santo Domingo), quien expresó no haber conocido los cambios introducidos por los diputados.

La Fundación Cívica y Cultural Periodismo Con Sentido, que preside el periodista Cesáreo Silvestre Peguero, celebró la aprobación del nuevo Código sin la inclusión de las llamadas tres causales, reafirmando su postura provida y su rechazo categórico a la legalización del aborto, por considerarlo contrario a la ley divina. La entidad ha desarrollado iniciativas de concienciación como el documental Causas y consecuencias del aborto en las adolescentes, en defensa de la vida desde la concepción.
“La defensa de la vida es un principio innegociable, conforme a la ley de Dios y a los valores cristianos que sustentan nuestra nación”, expresó Silvestre Peguero.
El comunicador manifestó su satisfacción por el hecho de que el nuevo Código tipifique y sancione con mayor severidad los delitos de corrupción administrativa, incluyendo el enriquecimiento ilícito y el peculado, estableciendo penas que comprenden prisión, multas e inhabilitación para ejercer cargos públicos. También valoró la inclusión de un plazo de prescripción de veinte años para este tipo de delitos.
No obstante, exhortó a que esta nueva legislación se aplique sin privilegios ni selectividad, advirtiendo que en la práctica dominicana “las leyes existen, pero muchas veces no se cumplen”, y que la justicia suele pesar más sobre quienes carecen de influencias o de apellidos poderosos.
 “En este país tenemos muchísimas leyes. Lo verdaderamente trascendente es que se apliquen con justicia y sin excepción”, concluyó.

Ahora se espera que el presidente Luis Abinader promulgue la ley en los próximos días para su entrada en vigor.

jueves, 31 de julio de 2025

RECONOCER AL OTRO: UN ACTO DE DIGNIDAD Y LUZ

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay una delgada línea entre adular y reconocer…

Una línea que no todos saben caminar con decoro,

porque no se trata de palabras bonitas, sino de la intención que las sostiene.

Adular es una sombra con sonrisa.

Es elogiar por interés, por conveniencia,

con esa exageración servil que embriaga el ego del otro,

pero vacía el alma de quien lo dice.

Reconocer, en cambio, es luz compartida.











Es ver el mérito ajeno y tener la nobleza de aplaudirlo

sin temor a perder brillo propio. Es un gesto sincero que nace del respeto, no del cálculo… ni del halago oportunista.

Yo, que he biografiado a tantos compañeros de oficio,

lo he hecho despojado de toda vanidad,

como quien rinde homenaje a la dignidad ajena

y también honra la suya.

No temo engrandecer a otros.

No creo que reconocer al hermano

me empequeñezca.

Al contrario, cada historia que narro, cada mérito que exalto,

es un acto de gratitud a la vida,

y una siembra de justicia en terreno árido.

Porque hay quienes nunca aplauden los aciertos,

pero están prestos a señalar los errores.

Callan ante el mérito, pero gritan ante la falla.

Y lo hacen sin haber tenido jamás

el valor ni la dignidad

de celebrar lo bueno antes de condenar lo imperfecto.

Por eso, reconozcamos.

Reconozcamos mientras hay aliento,

mientras la voz puede aún acariciar la honra del otro,

porque de nada sirve el elogio póstumo

si antes fuimos mezquinos.

Que el ejercicio de la palabra, sea también ejercicio de justicia.

Y que la conciencia no se nos duerma

en el cómodo sillón del egoísmo.

Reconocer al otro no es perder…

es ganar humanidad.

miércoles, 30 de julio de 2025

Estatura moral y profesional de Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

Por Cesáreo Silvestre Peguero 


El deber de reconocer en vida a quienes siembran luz:

SAN PEDRO DE MACORÍS.- Hay hombres que no hablan:

pronuncian cátedras vivas. No escriben: cincelan con verbo de acero y poesía de conciencia. Hay seres como Enrique Cabrera Vásquez “Mellizo” cuyo dominio de la palabra no es una simple habilidad, sino una armadura de ideas, una espada en defensa de la verdad. Su elocuencia no es flor de ornato: es llama, es látigo, es bálsamo.

Algunos teóricos sostienen que la elocuencia es innata. Pero lo innato, si no se cultiva, se marchita. Mellizo ha regado su talento con la savia del estudio, la lectura ferviente, la lucha limpia y el ejercicio persistente de una comunicación que no busca el aplauso fácil, sino la transformación del alma. Es un poeta de la tribuna, un orador de pensamiento hondo, un sembrador de conciencia en cada sílaba.

Sus discursos no son pronunciamientos: son actos de redención. Sea en un homenaje, en una plaza, o en un foro de denuncia, su voz adquiere la textura de la historia, el filo de la justicia y el consuelo de la esperanza. Nadie en esta ciudad ha elevado tanto el nivel del discurso público como él. Es un artista del verbo y un actor consagrado del pensamiento, sin dobleces ni maquillajes.

Enrique no solo comunica: educa, guía, forma. Ha sido maestro sin claustro, mentor sin pupitres. Su forma de vivir es en sí misma una clase de integridad. Franco, firme, desprendido, es de los pocos que no negocian con la conciencia ni se prostituyen con la fama. Se ha mantenido fiel a sus principios, aun cuando eso le costó el encierro, el hambre, la soledad y casi siete años de cárcel bajo el régimen de Joaquín Balaguer.

Aquel tiempo de sombras no doblegó su espíritu. Se mantuvo en pie, mientras otros se inclinaban al oro corruptor. Mellizo eligió el camino estrecho del sacrificio y la dignidad, donde pocos transitan. Nunca ha vendido su pluma, ni su voz, ni su alma.

Con la serenidad del que ha visto lo peor y no ha perdido la esperanza, responde con sabiduría:

“Aquí hay colegas que son bandidos, sí, pero también hay muchos héroes anónimos del periodismo. Ser periodista no debe ser excusa para chantajear ni extorsionar. La ética no se negocia.”

Con profunda honestidad, confiesa que su sueño de niño era ser médico… o quizás sacerdote. Su camino cambió, pero no su vocación de servicio.

“Nunca soñé con ser rico, sino con vivir con decencia. Para hacerse millonario en el periodismo hay que venderse… y yo no estoy en venta.”

Mellizo Cabrera ha sido faro en medio de un mar revuelto. Sus libros, sus conferencias, sus editoriales desde El Coloso de Macorís son ecos de una verdad sin afeites. Pero como suele pasar en pueblos enanos de espíritu, los grandes son ignorados, los valientes son marginados, y los hombres de luz caminan en tinieblas sociales.

Nadie puede negar que él es un archivo viviente, una enciclopedia ambulante que San Pedro de Macorís no ha sabido valorar. En otras ciudades hubiese sido decano, ministro, o al menos director de un canal con apoyo pleno. Pero aquí… aquí lo han rodeado la hipocresía y el silencio mezquino de quienes prefieren aplaudir a los que denigran y compran honores con billetes sucios.

Mellizo ha vivido con modestia, pero con riqueza de espíritu. Ha sido padre, dirigente, periodista, filósofo, historiador. Ha escrito libros, ha formado jóvenes, ha sembrado sueños en terrenos áridos. Ha sido brújula y refugio.

Y sin embargo, como él mismo lo sabe, este país tiende a rendir tributo cuando ya el cuerpo ha sido sepultado.

CONCLUSIÓN

Que este escrito no sea una elegía anticipada. Que no tengamos que mirar atrás con remordimiento, sino hacia adelante con gratitud.

La sociedad tiene una deuda moral con hombres como Enrique Cabrera Vásquez.

No permitamos que el egoísmo, la envidia o la indiferencia sigan matando en vida a quienes nos elevan como pueblo.

Aprendamos a valorar a los íntegros en su tiempo, a los sabios en su madurez, a los justos en su lucha.

Porque quien no honra en vida a sus héroes cotidianos… no merece sus legados cuando mueren.

FRANCIS ANÍBAL: EL HONOR DE SERVIR INFORMANDO

Por Cesáreo Silvestre Peguero

El periodismo verdadero no se alquila, no se arrodilla, no se vende en los mostradores del oportunismo. Se cultiva como vocación, se ejerce como servicio. En medio del ruido mediático y de la banalidad rampante, surge la figura firme y callada de Francis Aníbal, ejemplo viviente del periodista íntegro.

Él no busca parecer, él es. Rehúye las poses y prefiere el camino del deber silencioso. No lo detiene el escaso pago ni lo seduce la popularidad. Va donde lo llama el hecho, se presenta al lugar de los acontecimientos, aun cuando el peligro esté latente. Su oficio no es para él una herramienta de ascenso social, sino una misión divina, asumida con humildad y entrega.

Posee el don poco común del olfato periodístico, esa intuición que le permite detectar la noticia donde otros solo ven rutina. Lo impulsa una certeza: “Informar es un placer que asumo como deber”, ha dicho. Y no es una frase aprendida: es su vida misma.

Produce dos espacios emblemáticos en la radio del este del país: “Las Policíacas” y “Servicios a la Comunidad”. En uno, da cuenta de los hechos trágicos con respeto y sin sensacionalismo; en el otro, se convierte en puente entre el que ha perdido algo y la esperanza de hallarlo. En ambos, late su compromiso con la gente.

Ser vocero de todos ha sido lo más difícil, confiesa. Porque tomar partido por la verdad en una sociedad saturada de intereses es un sacrificio que pocos entienden. Pero él lo ha elegido. Y lo agradece: “Al principio soñaba con ser licenciado en finanzas… luego descubrí que prefería ser el vocero de todos. Eso lo agradezco a Dios”.

Su voz resuena en Radio Dial, Sultana FM, Sterio 98, y en medios nacionales como el Listín Diario, el Noticiario Popular y el Hispanoamericano de los Estados Unidos. También editorializa en COC Radio, donde deja constancia de su pensamiento claro, libre y sereno.

Su andar es largo. Su inicio fue en Radio Mar, en los años 80 del siglo XX. Desde entonces, ha sido canal para que otros vean resueltos sus problemas. Él no presume de sus logros, pero su mirada tranquila delata la paz interior del que ha cumplido con su deber. Se aparta del bullicio, de la prisa, de la superficialidad que rige este tiempo que corre sin alma.

No se siente del todo realizado, pues cree que siempre hay nuevos terrenos que explorar. Y es que su humildad no le permite dormirse en laureles. “Tengo salud, libertad y familia dice, eso me da felicidad. Si Dios me da un limón, hago limonada, y dejo que Él dirija mis pasos”.

Le preocupa la juventud que se pierde, esa que no estudia ni trabaja, que anda por caminos oscuros. “Hay jóvenes en las sendas de Satanás dice con dolor. A ellos les exhorto a estudiar, a conocer las Escrituras, a superarse. Ver a alguien estudiando me llena de alegría. Verlos desviarse, me apena profundamente”.

La felicidad, para Francis, está en la convivencia pacífica entre los hombres. La halla en los actos nobles, no en las confrontaciones, ni en la arrogancia. Aspira a seguir comunicando con verticalidad, con profesionalismo, con una verdad que no cede ante la conveniencia. No se describe a sí mismo con grandilocuencias: “Soy un mensajero de la paz. Mi conducta la dirijo según el evangelio”.

Nacido el 4 de octubre de 1962, en Quisqueya, Francis Aníbal es padre de Miguel Aníbal y Diosi Mercedes, fruto de su unión con Mercedes Jiménez. Se formó en la escuela Virgen de la Caridad del Cobre y el Liceo Eugenio María de Hostos, donde comenzó a forjarse esa mirada crítica y sensible que hoy lo distingue.

En sus ojos verdes se refleja una esperanza intacta, esa que espera ver surgir más seres humanos que, como él, sirvan con entrega y dignidad. Su utilidad es evidente, su altruismo palpable. No necesita aplausos, pues la conciencia limpia le basta.

Y sin embargo, muchos copian sus noticias y sus fotos sin darle crédito. Pero lo más valioso su ejemplo pocos se atreven a imitarlo. ¿Por qué no copian también su vida sencilla, su fidelidad al pueblo, su capacidad de servir sin esperar recompensa?

A un lado la altanería y la arrogancia. Viva la práctica de Francis Aníbal. Viva el periodismo como vocación sagrada.

El tacto de la grandeza.

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Hay hombres que no necesitan estruendo para dejar huella.

Que no claman por atención, porque la nobleza de sus actos habla por ellos.

Tienen el tacto de los sabios y la templanza de los justos.

No hieren con sus palabras ni se ensoberbecen con sus logros.

Son como el viento que refresca sin ser visto,

como la luz que alumbra sin reclamar gloria.

Así es Don Calazán Omar Cepeda Polanco:

hombre de visión, de voz clara y corazón entero,

alma firme de la radiodifusión petromacorisana.

Dueño y fundador del Circuito Radial COC Radio Noticias,

arquitecto de conciencias, tejedor de ideas,

sembrador de una radio que no entretiene solamente: edifica.

Allí donde muchos medios se arrodillan al poder,

Cepeda se ha mantenido de pie.

No por terquedad, sino por principios.

No por arrogancia, sino por fidelidad a su deber con la verdad.


Ha sido antorcha en el viento, cauce en medio del desierto,

y bastión de independencia en una era de concesiones.

Desde los micrófonos de Radio Dial, Estéreo 98 y Sultana FM,

se ha construido algo más que audiencia: ha levantado ciudadanía.

Sus emisoras no han sido simples transmisoras de sonido,

sino templos del pensamiento crítico, escuelas de ética, y espejos donde la comunidad puede verse y pensarse.

Desde 1937, su pasión por la radio ha sido constante y fértil,

como río que no cesa, como llama que no se apaga.

Su legado no está sólo en los premios que ha recibido 

aunque el Star Partner Award, otorgado por la Embajada de los Estados Unidos. Además de ese gran reconocimiento el recibe la mirada agradecida de un pueblo que lo reconoce como orientador, como voz confiable, como conciencia al aire.

Lo más hermoso es que ese reconocimiento también

pertenece a su equipo: Francis Aníbal, July López, Jesús Sánchez, Alexis Forbes, Monchy Roquez, Anthony Richardson, Ramón Bustamante… y tantos otros que han aprendido el arte de comunicar

bajo su égida noble, donde la ética no se negocia y la verdad no se silencia.

No ha sido solo empresario.

Ha sido maestro. Mentor.

Y en muchos casos, padre profesional de generaciones de comunicadores.

Como presidente de la Asociación Dominicana de Radiodifusoras (ADORA) y fundador de instituciones deportivas y sociales,

Don Omar ha demostrado que su radio no se transmite sólo por frecuencias, sino también por gestos, por obras, por compromiso con su comunidad.

El Poder Ejecutivo le concedió la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella.

Y no fue por azar ni por amistad política, sino porque su vida es un ejemplo…

Un civismo limpio, una fidelidad sin ruido, una trayectoria sin dobleces.

Hoy, cuando el ruido es más fuerte que la razón,

cuando los micrófonos son usados como espadas y no como puentes,

la figura de Don Omar se alza como un farol encendido

que no cambia con el viento, ni se apaga con el tiempo.

Que su ejemplo sea semilla. Que su voz nunca se calle.

Que su integridad siga siendo faro para los que vendrán.

Y que su vida, como una buena emisora, siga transmitiendo fe, verdad y servicio hasta donde alcance el aire… y más allá.

sábado, 26 de julio de 2025

Entre colegas, que florezca la dignidad

Por Cesáreo Silvestre Peguero 

Este domingo 27 de julio, desde las 8 de la mañana, en el recinto del Ateneo Municipal, San Pedro de Macorís será el escenario de un hecho gremial trascendente: La elección de la nueva directiva de la Asociación de Locutores.

Más allá de las planchas, de los votos, de los conteos y del triunfo que el Señor conceda a quien Él disponga… hay algo que no debe perderse jamás: la hermandad.

Jhon Carmelo y Elvin Rodríguez no son enemigos, 

son colegas, amigos y hombres de palabra que han coincidido en la vida por vocación y servicio. Quien intente sembrar discordia entre ellos, solo demuestra pobreza espiritual. No es noble quien, en vez de apoyar, difama; ni digno quien, en vez de unir, divide. La Asociación que soñamos no puede edificarse con cizaña, ni con murmuraciones infértiles.

A quienes promueven el agravio y la desunión, los exhorto a que recapaciten. Este no es el momento para dañar, sino para sanar.

No habrá enemistad, porque los principios pesan más que los cargos. Y el afecto que une a estos dos profesionales será más fuerte que cualquier 

viernes, 25 de julio de 2025

Cuando el Evangelio se usa como disfraz

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay dolores que no se gritan, pero se escriben...

Dolores que no nacen del enojo ni de la decepción momentánea, sino de una pena honda, como la que produce ver caer a quien ha sido inspiración. No acuso. No condeno. Solo nombro lo que duele.

Fernando Villalona, ícono del canto popular, alma vibrante del merengue y de la canción romántica, nos regaló una vez el testimonio de su conversión, de su renacer en Cristo. Grabó himnos que tocaron corazones, y con lágrimas en los ojos, muchos creímos en su nueva senda. Hoy, en un gesto aparentemente inocente, vuelve a exhibirse como antes... y eso inquieta el alma.

No soy juez de hombres, pero tampoco cómplice del silencio.

Admirar a alguien no impide señalarle el desvío. Con Dios no se juega. Quien alza la bandera del Evangelio, debe entender que ha entrado en un terreno sagrado, donde las palabras no se recogen con risas ni las caídas se aplauden como ocurrencias. El que un día dijo haber vencido las adicciones no puede coquetear de nuevo con los velos del pasado. El vicio no es solo una jeringa ni una botella, es todo aquello que nos aleja de la voluntad divina... Y fumar aunque parezca menor no es gesto liviano para quien se ha ofrecido públicamente como redimido.

A veces la fama construye altares falsos, donde el ego se sienta a recibir alabanzas.

Y si nadie te dice que estás mal, puedes creer que todo te es lícito. Pero lo lícito no siempre es digno. El Evangelio no es una etiqueta para marketing espiritual, ni un trampolín para adornar la carrera de un artista. Es cruz, es renuncia, es vida crucificada. No se puede estar en la luz y juguetear con las sombras. No se puede cantar a Dios el domingo y encender lo que aflige al cuerpo y debilita el alma el lunes. Con Dios no se improvisa. Con Dios no se simula.

Quizá Fernando actúa desde la inocencia o desde la vanidad que lo rodea.

Quizá nadie le ha dicho que debe definirse, que no puede caminar con un pie en la Verdad y otro en la apariencia. Por eso escribo. Porque aún creo que puede volver a mirar al cielo, y decir: "Perdóname, Señor, he confundido tu altar con mi escenario". No para juzgarlo, sino para rogarle que se levante con dignidad, que no permita que su historia de redención se diluya en frivolidades. Porque no solo canta... representa a muchos que buscan luz en medio de sus propias sombras.

Lo que expuso en su página no es solo una foto: es una señal de alerta.

Y mientras otros comentan con risas o indiferencia, yo prefiero dejarle estas líneas como quien deja una vela encendida al pie de una cruz. Que lo piense. Que vuelva. Que sepa que con Dios no se burla, pero sí se puede empezar de nuevo, si hay arrepentimiento. Y al pueblo que lo sigue, que no lo excuse en nombre del cariño, sino que le ayude a recordar que cuando se habla en nombre de Cristo, no se puede vivir como si Él no importara.

"La absurda locura de la luz"

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Usar epítetos para restar mérito a otro es una de las formas más bajas de la vileza humana.

Es el recurso exiguo de los que no pueden brillar, y por eso procuran apagar la luz ajena.

El que descalifica con apodos, se retrata a sí mismo más de lo que define al otro.

Desnotar al prójimo es una cobardía disfrazada de juicio. Es la muletilla de quienes caminan sin méritos propios.

Es un craso error tan repetido como ruin pretender resplandecer en el lodo de la envidia.

Cada ser humano ha recibido de Dios sus dones: destreza, talento, capacidad…

y también un tiempo, un lugar, una misión.

Pero cuando uno de ellos —en un ambiente laboral, profesional, gremial o incluso familiar

empieza a irradiar conocimiento, sensibilidad o excelencia,

los mediocres se estremecen.

Se sienten desafiados, expuestos, pequeños.

Y entonces echan mano del adjetivo barato: “¡Ese está loco!”

Es un acto de pereza intelectual y flaqueza moral usar el término “loco” para desmeritar a quien piensa diferente,

a quien se adelanta a su tiempo, a quien tiene fe donde otros dudan,

a quien habla de justicia donde reina la conveniencia.

Por eso, con respeto y claridad, me permito presentar

un breve listado de diez almas elevadas, personas tan grandes que su tiempo no las comprendió

y el mundo, incapaz de contenerlas, las llamó “locas”:

1. Jesucristo

Sus parientes decían que “estaba fuera de sí” (Marcos capítulo tres, verso 21),

y los fariseos afirmaban que tenía demonio (Juan capítulo diez, verso 20).

Sin embargo, su mensaje de redención trastocó imperios

y su cruz se convirtió en bandera de salvación.

2. Juana de Arco

Una pastora que escuchó la voz del cielo y se alzó con fe en medio de los cañones.

Quemada como hereje por hombres que jamás comprenderían su llama.

Hoy es santa y símbolo de valor.

3. Isaac Newton

En su obsesiva búsqueda de las leyes que rigen el universo,

fue tildado de extraño, raro, excéntrico… loco.

Pero sus cálculos son aún la base de nuestra ciencia.

4. Nikola Tesla

El mago de la electricidad, que soñaba con iluminar al mundo sin cobrar por ello.

Fue marginado por sus contemporáneos,

pero su “locura” es hoy energía que palpita en nuestros hogares.

5. Sócrates

El maestro del diálogo fue condenado por “corromper a la juventud”.

Por enseñar a pensar, por enseñar a dudar, por enseñar a ser.

Tomó la cicuta con dignidad, como lo hacen los verdaderamente cuerdos.

6. San Francisco de Asís

Despojado de todo, abrazó la pobreza como riqueza del alma.

Le llamaron demente… pero su locura hoy se reza en todas las lenguas.

7. Martín Lutero

Clavó 95 verdades en la puerta de un templo,

y con ello abrió una ventana a la Reforma.

Lo llamaron fanático, rebelde, trastornado.

Pero la Palabra volvió al pueblo, y la fe se desató como río libre.

8. Vincent van Gogh

Vivió entre pinceles y tinieblas.

Escuchó voces, sí… pero también vio colores que nadie antes había visto.

Murió en soledad. Hoy, sus cuadros valen millones y su alma, aún más.

9. Galileo Galilei

“Eppur si muove” y sin embargo, se mueve.

Desafió al dogma con su telescopio y fue sentenciado.

No por estar errado, sino por ver demasiado lejos.---

10. Simón Bolívar

Unió pueblos, cruzó montañas, soñó con una patria grande.

Fue exiliado, vilipendiado y traicionado.

Pero su nombre está hoy grabado en la historia como libertador.

Reflexión final:

A menudo, lo que el mundo llama locura…

es simplemente la verdad aún no comprendida,

la fe que incomoda, la pasión que abruma,

la honestidad que desnuda.

Como bien dijo el apóstol Pablo:

“Si estamos locos, lo estamos para Dios”

(2ª a los Corintios capítulo cinco, verso 13).

Así que si alguna vez te llaman loco por ser diferente,

por pensar más allá, por ser íntegro, por no vender tu conciencia,

dale gracias a Dios.

Es probable que estés más cuerdo que muchos.

Roberto Luis Benítez: Voz que talla destino en la piedra de la verdad

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Hay hombres que no necesitan escenario para brillar, porque su sola esencia proyecta una luz que no se apaga…

Roberto Luis Benítez (Robert) es uno de ellos.

Se nace con temple o no se nace. Y él fue cincelado por la vida con ese acero que sólo otorga el dolor y la dignidad. Su voz, clara y firme, no sólo comunica noticias: pronuncia convicciones. Su palabra no pretende adornar lo trivial; busca despertar, cuestionar, provocar el pensamiento. Su porte denota rectitud, aunque algunos con mirada ligera lo tilden de altivo. Pero basta tratarle de cerca para descubrir que debajo de esa firmeza habita un ser humano noble, solidario y sencillo.

Un servidor que tiende la mano sin esperar retorno.

Nació el 8 de octubre del año 1970 en San Pedro de Macorís, hijo de Doña Ramona Benítez y don Luis Morales (fallecido). Su historia no ha sido un jardín de rosas. Las puertas que se le cerraron no detuvieron su marcha; al contrario, forjaron en él un carácter resiliente. Confiesa sin vanagloria que ha logrado lo que muchos creían imposible. Y lo ha hecho sin pisotear a nadie, porque para él, el éxito no es un pedestal desde donde mirar por encima del hombro, sino la consecuencia natural del esfuerzo sembrado con rectitud.

Su formación es amplia y sólida: cursó locución en la Escuela Nacional de Locución, realizó estudios superiores en la Universidad O&M, la Universidad Central del Este y la Universidad del Caribe. Sus primeros pasos los dio en la Escuela Luis Arturo Bermúdez; luego en San Antonio y en el Centro Académico Roger. Inició su carrera leyendo noticias en Radio Mar, pero su ruta se expandió con determinación. Fue voz noticiosa en COC Radio, de Estéreo 98 y de Sultana FM, donde dejó una huella imborrable.

Su voz ha sido estandarte en medios como Canal 10, Canal 22 y el canal TV 43, donde fue director de la Cadena Regional de Noticias (CRN). En este mismo canal, conducía el programa “Protagonistas de frente”, donde su independencia editorial le ha permitido decir lo que otros callan. También fue corresponsal de Noticias SIN y supervisor de telemarketing para los periódicos Listín Diario y Hoy.

A pesar de su amplio reconocimiento, Roberto no se considera dueño de la verdad. Prefiere aprender, dialogar, y cuando es necesario guardar silencio. Su incursión en el Derecho no tiene fines de poder ni prestigio; simplemente buscó adquirir conocimientos para defender con más profundidad los principios que abraza desde la comunicación. "No quiero ser un gran jurista; quiero conocer mis derechos", afirma con serenidad.

Rechaza formar parte de gremios donde la confraternidad es superficial y los principios se diluyen entre intereses. No se aísla por vanidad, sino por ética. Dice: “Para ser conflictivo, prefiero mantenerme al margen”. Esa exigencia que le habita no le permite ser parte de la mediocridad.

La gente le atribuye muchas etiquetas. Algunos lo llaman egocéntrico, otros lo consideran inspirador. Él no se defiende. Sabe que cada cabeza es un mundo. Admite, sí, que su carácter le juega malas pasadas. Que sus estallidos emocionales a veces lo delatan. Pero está en lucha consigo mismo, como lo están los que buscan pulirse cada día.

En el plano personal, fue casado con Chanella Torrez de Benítez, con quien procreó a su mayor ternura: la pequeña Eibi Abigail Torrez Benítez. Una hija a la que honra con su ejemplo y presencia constante.

Le gusta compartir, bromear con nobleza y regalar favores sin condiciones. Es, como dicen en buen dominicano, un "chécheroso sano", que sabe distinguir entre la broma ligera y la ofensa innecesaria.

Desde los micrófonos, ha intentado cambiar realidades. Se ha dolido por los males de su pueblo y ha denunciado injusticias con la frente en alto.

Y aunque reconoce que no ha vencido todos los gigantes sociales, sigue luchando con la esperanza de mover conciencias.

No sueña con el poder. Sueña con respeto. No busca aplausos, sino impacto. No persigue fama, sino propósito.

Es, sin dudas, uno de esos talentos decidido echar raíces en su Región Este… aun sabiendo que muchos solo valoran lo que pierden cuando ya es tarde.

San Pedro de Macorís tiene en Roberto Benítez una joya de voz, un defensor de las causas justas, un comunicador que honra el oficio, un hombre de principios...

Y sobre todo, un hijo del pueblo que no se cansa de ser auténtico.

El dulce peso del cargo

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Es disque un sacrificio… pero le ha gustado el “calguito”. Jajaja… ¡sí, ríe el pueblo con rabia disfrazada! Porque a esta altura, ya nadie cree en los que repiten que vuelven por vocación. Todos, con el mismo libreto, se aferran al puesto como si el cargo fuera corona y no cruz.

La reelección se ha vuelto un vicio, una repetición vacía donde el mérito no pesa tanto como el cálculo. Dicen servir, pero se sirven. Dicen representar, pero se representan a sí mismos. Se venden como mártires, pero disfrutan del poder como si fueran eternos. ¡Y vuelven... siempre vuelven!

Dirijo estas líneas con firmeza y tristeza a Rosanna Cedano, secretaria general del SNTP, a quien un día defendí con lealtad, apoyando su plancha sin reservas. Me gané enemigos por ese respaldo, y sin embargo, cuando fui ultrajado en el despacho del gerente financiero del Ayuntamiento de San Pedro de Macorís, ella prefirió el silencio. Y el silencio, compañera, también es una forma de traición.

No pedía que se alzaran pancartas… solo que se levantara la voz. Pero usted eligió la conveniencia antes que la conciencia. No honró la confianza, ni mostró gratitud. Se quedó del lado del poder, del lado de quienes hoy desacatan una resolución legítima que favorece a Documentales Reales S.A., la institución que con tanto sacrificio he fundado y represento.

Hoy, con el alma limpia y la voz clara, digo que no contará con mi voto. En su momento se lo di, y aún me pesa haberlo hecho. Debí votar por el “Mellizo”, aunque no fuera de mi línea, pero era más digno que su silencio cómplice. Aún hoy lo digo... y lo seguiré diciendo.

Hay luchas que no se ganan con discursos, sino con coherencia. Y hay cargos que no se honran con reelecciones, sino con gestos firmes. Ser dirigente no es subir fotos ni hacer alianzas con el poder de turno: es tener valor para ponerse del lado del que ha sido golpeado.

No escribo desde el rencor, sino desde la verdad. Y si esta palabra hiere, que hiera… pero que despierte. Porque el que calla ante una injusticia, deja de ser compañero. Y el que se abraza al poder cuando otros caen, ha perdido el derecho de llamarse líder.

¿Gremio o apéndice político?

Por Cesáreo Silvestre Peguero


Los gremios nacieron para ser voz… no eco. Para levantar la dignidad, no para arrastrarla.

Cuando no se politizan, asumen un rol vital en el ámbito laboral y social. Son el canal de reclamo, el refugio del trabajador, la tribuna del justo. Pero cuando se arrodillan ante el poder, dejan de representar a los suyos y se convierten en cómplices de lo que antes denunciaban.

Hoy, muchas asociaciones, sindicatos y juntas vecinales han claudicado. Perdieron el aliento que tuvieron cuando aspiraban, cuando prometían cambio y decencia. Ahora lucen disfrazadas, traicionando a quienes los eligieron. Se visten con el ropaje de la politiquería vulgar, y venden por migajas lo que debía ser sagrado: la conciencia colectiva.

Los partidos han penetrado hasta el tuétano. Lo ha hecho la oposición, y con más vehemencia, el partido oficialista. El PRM, como los anteriores, ha colonizado entidades sociales, federaciones campesinas y sindicatos profesionales, utilizando métodos hábiles, pero no nobles. Compran voluntades… y luego se burlan.

Sin embargo, no todos nos hemos vendido. Quienes me conocen, saben que he caminado con firmeza, sin dobleces, rechazando siempre las artimañas políticas que humillan al pueblo. Por eso alzo la voz, no como reacción de enojo, sino como ejercicio de conciencia.

Este domingo 27 de julio, la Asociación de Locutores de San Pedro de Macorís se encuentra ante una encrucijada: rendir su autonomía o recuperar su dignidad.

No es una simple elección, es una decisión histórica. O se continúa la ruta de la complacencia servil al poder de turno, o se abraza la valentía de ser independiente y útil.

Votar por Elvin Rodríguez y la plancha #2 Juventud y experiencia, es votar por la dignidad que aún respira, por el trabajo sin banderías, por la unidad sin servidumbres. Con él, la Asociación puede redimirse, reencontrarse, revivir.

El voto de este domingo no es solo por una persona…

Es por la memoria de lo que fuimos, y la esperanza de lo que aún podemos ser.

lunes, 21 de julio de 2025

La Dignidad de Saberse Valioso

Por Cesáreo Silvestre Peguero


La humildad, lejos de ser sumisión, es el pedestal invisible donde reposa el alma que ha conquistado su valor sin alardes. Cultivar la humildad es reconocer nuestras limitaciones, pero también abrazar

con nobleza los dones que Dios ha sembrado en nosotros. No se trata de gritar lo que somos, sino de vivirlo con tal integridad que aún el silencio lo exprese. Somos vasijas frágiles, sí… pero con un contenido de oro que no se derrama por presión ajena.

El verdadero problema no es que otros intenten subestimarnos, sino que les otorguemos el permiso tácito para lograrlo. Cada vez que cedemos a las dudas sembradas por miradas altivas o lenguas disfrazadas de cortesía, entregamos trozos de nuestra esencia al juicio del mundo. Hay quienes, por inseguridad o envidia, pretenden medirnos con reglas que no nos pertenecen. Pero nadie puede hacernos sentir inferiores sin nuestro consentimiento.

Dignificarse no es soberbia, es justicia personal. Es andar erguidos, no por vanagloria, sino porque llevamos dentro un llamado divino. Dios nos creó con propósito, y valorarnos es también honrar al Creador. No es orgullo saberse capaz, es responsabilidad aceptar los talentos que hemos recibido y ponerlos al servicio con firmeza, sin avergonzarse de brillar cuando el momento lo exige.

Cada jornada es un acto de reafirmación interna. El mundo cambia, los juicios se renuevan, las voces externas rugen, pero nosotros debemos trazar nuestro rumbo. Con templanza y autoridad, se defiende la verdad sin violencia, se enarbola la dignidad sin pisotear al otro. No necesitamos pedir permiso para tener criterio. Las posturas que nacen del alma recta no se negocian en los mercados del agrado ajeno.

Quien se acepta, avanza; quien se niega, se extravía. Que nuestro andar esté revestido de humildad, sí, pero jamás de pasividad ni de autoanulación. Porque el siervo que recibió un talento y lo escondió fue reprendido… y el que multiplicó lo poco que tenía, fue honrado. Que nadie escriba nuestra historia en nuestra ausencia. Caminemos con fe, con visión clara y con la frente limpia de temor.

sábado, 19 de julio de 2025

René Fortunato: El cronista visual de la dominicanidad viva

Por Cesáreo Silvestre Peguero                                                     

Ha partido. Esta vez no es un rumor ni una falsa alarma de redes sociales. René Antonio Fortunato, uno de los más grandes documentalistas de la historia audiovisual dominicana, falleció la madrugada del 18 de julio del año 2025, a los 66 años de edad, tras meses luchando contra un cáncer. 


















Murió en la Unidad de Cuidados Intensivos de CEDIMAT. Su cuerpo será expuesto en la funeraria Blandino, pero su espíritu ya ha quedado inscrito en la memoria profunda de la patria.
Fortunato no fue solo un cineasta. Fue, sin duda, el cronista visual más lúcido y valiente de las luchas, sombras y luces de nuestra nación. Con una narrativa rigurosa, poética y desprovista de halagos al poder, rescató del olvido los hilos esenciales de nuestra historia política contemporánea. 










Dio voz a documentos, imágenes y testimonios que durante décadas fueron silenciados o distorsionados.
Desde su primer corto Tras las huellas de Palau (1985), pasando por Frank Almánzar: Imágenes de un artista (1987), hasta el reconocimiento nacional e internacional con Abril: La

trinchera del honor (1988) obra premiada en el Festival de Cine de San Juan, su lente se volvió espejo crítico y memoria visual de un pueblo. De ahí en adelante, su trayectoria fue un viaje por las entrañas del poder dominicano: Trujillo: El poder del jefe, Balaguer: La herencia del tirano, Juan Bosch: Presidente en la frontera imperial, y su más reciente producción aún en cartelera, El triunfo de la democracia.
En cada proyecto suyo se advierte una voluntad ética: la de no mentir, no manipular, no conformarse con una verdad a medias. Porque para él, el documental era más que un género: era una trinchera de verdad y justicia. Una manera de hacer memoria con imágenes, entrevistas, archivos y datos meticulosamente verificados.
No se trataba solo de una buena cámara o una voz firme. Era la construcción cuidadosa de fuentes, el contraste de hechos, la profundidad del enfoque. Ese equilibrio entre contenido, investigación y narrativa convertía sus obras en herramientas
educativas y patrimoniales.
A título personal, como documentalista que soy, asumo hoy un compromiso mayor. No pretendo ser el único que siga ese camino, pero sí anhelo que muchos más se unan a una nueva generación de comunicadores que no se conformen con el periodismo vano y sensacionalista. Porque reconstruir la verdad con respeto es un deber, aunque requiera tiempo, entrega y sacrificio.
El colosal documentalista René Fortunato ha muerto. Pero su legado, como él mismo diría, sigue proyectándose. Y en cada sala, en cada pantalla, en cada aula donde se hable de historia con respeto, él estará presente, como testigo fiel de la dominicanidad viva.

jueves, 17 de julio de 2025

PUERTAS CERRADAS Y ALMAS VACÍAS

Reflexión sobre la indolencia, la soberbia y la ausencia de compasión en la sociedad moderna

Por Cesáreo Silvestre Peguero

En la sociedad actual, sobran los porteros de alma dura y escasean los que abren el corazón al clamor ajeno. Esta reflexión denuncia con


claridad el egoísmo moderno y reclama el retorno a la compasión como pilar humano y espiritual.

¿Quién cerró tantas puertas, si no fue Dios ni el destino?

Fueron manos humanas… endurecidas por la soberbia, guiadas por el capricho, alimentadas por el ego.

Hay puertas que no las tranca el cielo, ni el tiempo, ni la necesidad. Las cierran algunos porteros del alma que, por simple orgullo, deciden quién merece avanzar… y quién no.

Se sienten dueños de lo ajeno, pero olvidan que los cementerios también reciben a los jueces del momento y los encierran en el mismo silencio… donde ya no valen sus llaves.

Vivimos entre miradas clausuradas por el egoísmo. En un mundo donde la indiferencia pesa más que el dolor del prójimo, y donde los corazones se blindan contra el gemido del que clama.

¿En qué momento se perdió la capacidad de abrir, aunque sea una rendija, al suspiro del hermano? Hay llamadas que no suenan.

No porque no se marquen, sino porque nadie desea responderlas.

Gritos del alma que se estrellan contra muros invisibles, levantados por corazones sin compasión… y, por ende, sin paz.

Porque mantener la puerta entreabierta requiere humanidad… y ya no todos la conservan.

Abundan los ejecutores de injusticias.

Gente desprovista de alma, que decide a conveniencia, que desecha al que no le sirve, que pisotea sin mirar.

Artesanos de lo inútil, que levantan jerarquías de papel sobre un basurero de valores olvidados.

Y entre tanto desprecio, también están los que jamás tuvieron nada, y ahora, con un poco de poder, se creen dioses menores.

Olvidaron sus raíces, su polvo, su hambre.

Caminan por alfombras tejidas con la miseria de otros.

Se les aplaude… pero están vacíos.

Ya no son personas: son personajes.

Fingen importancia, pero su brillo es plástico.

Se muestran en medios, en eventos, en cargos… pero no se les ve en el alma.

Y eso, hermano… eso es más triste que la pobreza.

Así marchan los farsantes del amor, los descontinuados del afecto, los que han perdido el temor de Dios y la compasión por el prójimo.

Viven como si fueran eternos, pero morirán como todos.

Porque la soberbia también tiene fecha de expiración.

> “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado…”

 Lucas, capítulo 14, verso 11)

¡El Señor reprenda al diablo y despierte a los corazones dormidos!

Conclusión para el alma

Este escrito no es contra usted, ni contra nación alguna.

Es una súplica en letras.

Un recordatorio urgente para los que han olvidado que la grandeza está en la humildad, y que la verdadera riqueza se encuentra en abrir la puerta al que llama.

Porque servir es más noble que mandar…

Y amar es más eterno que brillar.

Aún estamos a tiempo de abrir la puerta.

Aún podemos ser humanos… antes de ser enterrados como máscaras vacías.

Marino Pérez, el alma cruda de un pueblo en amargue

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Nació un 26 de diciembre del año 1946, en el humilde paraje de Guayabo Dulce, Hato Mayor, donde la tierra aún rezuma sudor campesino. Marino Pérez llegó al mundo sin lujos ni promesas, pero

con el alma encendida de melodías tristes que aún no sabían su nombre. Desde niño conoció el peso del machete y el olor salobre de los ríos. Pescador, cortador de caña, sobreviviente del olvido. En la miseria encontró su escuela, y en el dolor, la voz con que más tarde cantaría las entrañas del pueblo.

Cuando su juventud lo llevó a San Pedro de Macorís, no buscó la fama: buscó un escenario donde pudiera decir su verdad. Y lo encontró entre tabernas, bocinas callejeras y pequeños conjuntos donde su voz empezó a inquietar la rutina de los conformes. Fue con Los Cibernéticos donde despegó su andar artístico, pero fue El trago de olvidar, grabado en 1969, el tema que lo llevó a dejar de ser un desconocido con guitarra en mano, para convertirse en “El Bachatero del Pueblo”.

Marino no cantaba para las élites. Cantaba para los heridos. Su bachata no era rosa ni de estudio, era ron, callejón, celda y amanecer. Sus letras hablaban con crudeza de lo que muchos callaban: borracheras interminables, traiciones sin consuelo, amores comprados, miseria sin disfraz. Fue voz de los marginados, espejo sin filtro de una sociedad que quería bailar la tristeza, pero sin mirarse al rostro.

Aclamando el licor, La espero bebiendo, De taberna en taberna, Qué sigan criticando… no eran solo títulos, eran testimonios cantados, documentos sociales de una época en que la bachata aún era despreciada por la academia, pero adorada por el corazón roto del pueblo.

Pese a su falta de formación técnica, tenía un don que no se enseña: autenticidad. Era tan de carne y hueso como sus versos, tan imperfecto como verdadero. Su estilo, muchas veces improvisado y cargado de humor crudo, terminó siendo replicado por otros, y hasta grandes orquestas de merengue adaptaron sus canciones. De hecho, fue nada menos que el maestro Wilfrido Vargas, ícono del ritmo caribeño, quien grabó varios de sus temas, dándole una proyección inédita hasta entonces. Su música fue tan contagiosa que también intérpretes como  Anthony Santos, Romeo Santos, Raulín Rodríguez, Luis Vargas, Joel Vera, nuestro Marcos Caminero y el cantante urbano Vakero,  retomaron su legado musical, versionando sus canciones y llevándolas a nuevas generaciones.

Marino Pérez murió pobre, con las ropas del olvido cubriéndole el cuerpo y el alma... mientras hoy, muchos intérpretes del género que él dignificó, la bachata, viven en mansiones, conducen autos de lujo y llenan estadios alrededor del mundo. Él sembró con las manos desnudas, y otros recogen el fruto bajo reflectores. No envidiamos el éxito de nadie, pero no podemos callar la injusticia del olvido.

Esto debería llevarnos a una seria reflexión: ¿por qué esperamos la muerte para valorar la autenticidad? ¿Por qué la sociedad ignora al que abre camino y solo aplaude al que llega primero con trajes caros? ¿Cuántos más como Marino están ahora mismo cantando en silencio mientras los aplausos son para quienes aprendieron a brillar sin sudar?

El 26 de julio de este año se cumplen 34 años del sepelio más concurrido en la historia de San Pedro de Macorís. Aquella tarde no fue solo un entierro: fue una peregrinación espontánea del pueblo que, entre lágrimas y canciones, despedía a uno de los suyos. Chijo Zorrilla, figura igualmente emblemática del canto de amargue, estuvo allí, acompañando con su voz dolida el adiós de su hermano musical. Juntos, habían tallado con notas rústicas y verdades crudas, una página imborrable del alma popular dominicana.

A Marino Pérez lo lloraron con la misma intensidad con que lo habían cantado: sin reservas. …