Entrada destacada

Biografía de Indira Isabel Varlack Muñoz

Por Cesáreo Silvestre Peguero ​Raíces y formación en San Pedro de Macorís ​Indira Isabel Varlack Muñoz nació el 7 de marzo de 1973 en San Pe...

viernes, 26 de diciembre de 2025

Biografía de Indira Isabel Varlack Muñoz

Por Cesáreo Silvestre Peguero

​Raíces y formación en San Pedro de Macorís
​Indira Isabel Varlack Muñoz nació el 7 de marzo de 1973 en San Pedro de Macorís, República Dominicana. Es la menor de los 7 hijos del matrimonio conformado por Maxwell Macdoral Varlack y Mariana Muñoz. Su infancia transcurrió entre el sector de Barrio Lindo y el Ingenio Santa Fe, un emblemático centro azucarero donde su padre desempeñaba la labor de mecánico de máquinas de vapor.
​Realizó su formación académica inicial en la escuela de la comunidad de Santa Fe y completó sus estudios secundarios en el Liceo Gastón Fernando Deligne. Estos años de juventud forjaron en ella un espíritu emprendedor y una voluntad inquebrantable.
​Vida familiar y emprendimiento
​A lo largo de su vida, Indira ha demostrado ser una mujer polifacética y dinámica. En el ámbito profesional, se ha destacado como masajista y decoradora de interiores, oficios donde combina la disciplina con una alta sensibilidad estética.
​Formó una familia sólida siendo madre de Jennifer, Alexander, Norkely y Jhoan. Gracias a su primogénita Jennifer, disfruta hoy del rol de abuela de Jaeely Pérez Montaño. Durante veintidós años, compartió su vida en matrimonio con el comerciante Eusebio Villegas López, una unión que se mantuvo firme hasta el fallecimiento de este en el año 2022. Este suceso representó un punto de giro profundo en su historia personal.
​Trayectoria espiritual y servicio
​Su compromiso con la fe inició formalmente en el año 2008. Durante diecisiete años, fue un pilar de la Iglesia Pentecostal M.I. en Hato de Mana, Higüey. En dicha congregación, sirvió bajo el liderazgo del pastor Apolinal del Rosario por doce años y posteriormente durante tres años bajo la guía de la pastora Raysa Rijo. Tras la partida de su esposo, decidió establecer su residencia de manera permanente en la provincia de La Altagracia, Higüey.
​Legado literario y proyectos actuales
​Indira se define hoy como una guerrera que transforma los desafíos en metas alcanzadas. Su incursión en la literatura es una extensión de su testimonio de vida:
​19 de noviembre de 2025: Marcó un hito en su carrera con la puesta en circulación de su primer libro titulado Fortaleciendo la fe, una obra de 129 páginas que busca inspirar a otros en su caminar espiritual.
​Proyecto en curso: Actualmente trabaja en la creación de su segunda obra literaria, la cual estará centrada en el valor de la humildad como eje fundamental de la existencia humana.

BENEFICIOS DE LA MUTUALIDAD

Por Cesáreo Silvestre Peguero

​La mutualidad brota del gesto humano más puro: ese compartir sin cálculo y dar sin balanza donde se extiende la mano sin preguntar qué vendrá de vuelta. Es la arquitectura viva del nosotros, la certeza de que nadie se salva en soledad y de que el bien común es la única corona que ennoblece el alma. En esta unión, la generosidad deja de ser un acto aislado para convertirse en un estilo de vida.
​En su esencia, la mutualidad es solidaridad que se organiza para ser refugio. Son voluntades unidas por un propósito que deciden protegerse entre sí, tejiendo un escudo colectivo ante los vientos de la adversidad. Más que un contrato, es un pacto sagrado donde la confianza es la moneda principal y la empatía el único norte que guía nuestras acciones hacia el prójimo.
El mutualismo no persigue el brillo del lucro, sino el resplandor de la dignidad compartida. En este suelo, la ayuda mutua es la raíz y el bienestar de todos es el horizonte. Cada aporte, despojado de etiquetas, posee un valor ético incalculable porque no nace de lo que sobra, sino del compromiso inquebrantable que abraza la necesidad del otro como propia.
​Bajo este cielo, cada voz es un eco necesario y ninguna voluntad es pequeña. La igualdad en el decidir fortalece el sentido de pertenencia y nos revela que la verdadera opulencia reside en la participación consciente. Es un ejercicio de democracia del alma, donde el latido responsable de cada integrante sostiene la estructura de la comunidad entera.
​Los frutos de esta unión no conocen el encierro de lo privado; retornan siempre al cauce común para multiplicarse. Se transforman en alivio para el cansado, en servicios que dignifican la vida y en puertas que se abren para todos por igual. Así, el excedente deja de ser una cifra fría para convertirse en una bendición tangible y compartida.
​La mutualidad debería ser el aire que respira la familia, la amistad y cada grupo social que habitamos. Es el aprendizaje constante de cuidar, sostener y hallar en la renuncia por amor una forma superior de libertad. Cuando estos valores gobiernan la convivencia, la sociedad se humaniza y el extraño se transforma finalmente en un hermano.
​Evoco con respeto aquellas sociedades mutualistas y logias de antaño, templos donde la palabra era un ancla y la solidaridad la única ley. Recuperar ese legado no es nostalgia, sino una urgencia del espíritu para reconstruirnos desde el altruismo. Que este sentir sea nuestro faro en esta Navidad y la brújula que guíe nuestro crecimiento humano durante todo el año 2026.