Por Cesáreo Silvestre Peguero
Con el devenir de los años, avanzamos... y nos contraemos.
Pareciera una contradicción, pero no lo es.
Hemos conquistado los espacios digitales, hemos hecho del mundo un lugar de velocidad vertiginosa, pero en ese mismo recorrido, hemos extraviado la esencia.
El progreso tecnológico es incuestionable,
mas el retroceso moral y espiritual lo ha superado.
Hemos relegado el valor de las composiciones que denunciaban injusticias,
de aquellas líricas que despertaban conciencias,
que servían simultáneamente como espada, refugio, plegaria y llamado urgente.
Hoy, la corriente musical predominante
no persigue la elevación, sino la mera distracción;
no inspira reflexión, sino la fuga.
El reguetón y sus ecos estériles han impuesto una estética
que celebra la superficialidad y vela la conciencia social.
Detrás de este ruido se camufla una estrategia de inversión de valores
que ha conseguido lo que los sistemas represivos siempre temieron:
una juventud desmovilizada, sin reclamo y desprovista de propósito.
No es un fenómeno fortuito.
Numerosos artistas que en su momento exhibieron compromiso social
fueron seducidos por el brillo fugaz de la renta.
Renunciaron al poder transformador del arte
para convertirse en un simple vehículo del mercado.
Es imperativo recordar que el arte que silencia la injusticia deja de ser arte y se degrada a simple mercancía.
No obstante, la resistencia persiste. Aún quedan faros en medio de la tempestad.
Artistas como Rubén Blades y Willie Colón, cuya obra cumbre incluye la ineludible "Pablo Pueblo", y nuestro coterráneo Félix Ramírez Sepúlveda,
motivo de orgullo para San Pedro de Macorís,
son la evidencia viva de que todavía existen voces
que honran la misión de cantar con propósito,
de interpelar al corazón del pueblo con verdad y dignidad.
Porque el espíritu de Pablo Pueblo sigue vigente.
Vive en la fatiga del obrero que retorna a casa,
en la súplica silenciosa de la madre ante la escasez,
en la confusión del joven que busca sentido en un entorno desorientado.
Vive en los barrios, en los campos, en los rostros anónimos,
esperando que alguien retome su causa,
que su silencio se transmute en palabra y su esperanza en acción.
Por ello, en el ejercicio del periodismo,
no transigiré mi línea editorial ni cederé mi voz.
No me atrae la cuantía sin sustancia,
ni la notoriedad que exige la abdicación de la verdad.
Prefiero la respetable soledad de la conciencia limpia
a la aclamación de la multitud por lo trivial.
Vivimos una época de confusión axiológica:
se tilda de anticuado a lo esencial,
y de vanguardista a lo vacío.
Pero hay convicción en que la verdad es atemporal
y que la palabra conserva su poder como arma y bálsamo
cuando emana de la convicción y no del interés financiero.
Mi compromiso de escribir se mantendrá firme,
a pesar del ruido global que intente acallarme.
Mientras persista un solo rostro con necesidad,
una sola lágrima sin consuelo,
una sola conciencia en letargo,
existirá la ineludible necesidad de la palabra honesta,
de la voz que se mantiene incorruptible,
del eco que jamás se extingue.
Epílogo: "Pablo Pueblo"
Letra: Rubén Blades
Intérprete: Willie Colón y su Orquesta
Pablo, que tiene la mujer
Y tiene dos o tres niños
Y tiene que mantenerlos
Y tiene que trabajar.
Pablo, que usa el mismo par
De zapatos todo el tiempo
Que va a donde el mismo sastre
A que le planche el pantalón.
Pablo, que nunca sonríe
Que todo lo aguanta
Que sabe lo que quiere
Y odia la impunidad.
Pablo, que cuando se duerme
Tiene la esperanza
De que al amanecer
Todo esto va a cambiar.
(Coro)
Pablo pueblo,
Pobre pueblo,
Sufre el pueblo.
Pablo, que cuando va a la calle
Sabe que su suerte es triste
Y que su dinero vale
Menos que lo que él cree.
(Coro)
Pablo pueblo,
Pobre pueblo,
Sufre el pueblo.
Pablo, que nunca va al "downtown"
Porque tiene miedo
De que la gente rica
Se ría de él.
(Coro)
Pablo pueblo,
Pobre pueblo,
Sufre el pueblo.
Pablo, que no va a la escuela
Porque tiene que trabajar
Y no tiene tiempo
De estudiar.
(Coro)
Pablo pueblo,
Pobre pueblo,
Sufre el pueblo.
Pablo, que en el barrio
Lleva a la gente
Un poco de esperanza
Y una canción.
Pablo,
Pobre Pablo,
Que tiene la mujer
Y tiene dos o tres niños
Y tiene que mantenerlos
Y tiene que luchar.
https://youtu.be/BY8HCMvKa4M?si=PYGe9C1Y1lN56Z8D
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