Por Cesáreo Silvestre Peguero
Si 2 décadas son un respiro en la historia, 25 años son la confirmación de una obra consolidada y de una vida tejida en el crisol del arte. Ese mérito ha sido la trayectoria del cantautor Félix Ramírez Sepúlveda, consagrada insignia de la cultura petromacorisana.
Esta efeméride se celebró con un concierto memorable en Casa de Teatro en Santo Domingo, donde un selecto público se dio cita el pasado viernes 7 de noviembre de 2025. Fue un acontecimiento histórico que trascendió la mera música para convertirse en un pacto de lealtad a la autenticidad.
La Gratitud del Artista
Con la sencillez que distingue a los grandes, Félix Ramírez Sepúlveda expresó una profunda gratitud cultural y humana a todos los que acudieron a compartir el peso y la luz de su cuarto de siglo en el arte.
Su reconocimiento fue un abrazo extendido: a la hospitalidad de Freddy Ginebra y el equipo de Casa de Teatro; a la complicidad vocal de Eric Lirian; al soporte incondicional de Frandy y el equipo de Publicidad Frandy; a la presencia luminosa de Marivel Núñez, Manuel Martínez, y de la ejemplar Altagracia Ramírez Vda. de Narciso González; a las primas que son pilares (Nelly, Angelita e hija); y al público entusiasta que fue su coro.
Mención especial mereció la lealtad de sus raíces, la comitiva cultural que viajó desde San Pedro de Macorís: Máximo Castro, Hilario López Zorrilla, Noelia del Instituto Duartiano, y el amigo López, custodio del transporte.
Las Sombras de Macorís del Mar
Sin embargo, en medio del fulgor de la celebración, brillaron con una dolorosa intensidad las ausencias.
Los representantes del Ministerio de Cultura, del departamento de cultura del Ayuntamiento de San Pedro de Macorís, y de la Coalición Cultural Literaria Carmen Natalia (representado por Aurelia Castillo), entre otros entes ligados al arte, decidieron dar la espalda a su propia historia.
Su vacío en el templo de la cultura metropolitana no solo fue una descortesía hacia el artista, sino una elocuente manifestación de la falta de criterio y sensibilidad cultural que aún lastra a Macorís del Mar. El arte, cuando es genuino, siempre desnuda la mediocridad institucional.
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